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Miguel Pita, doctor en Genética: “En realidad, la desextinción, en sentido estricto, no es posible”

Mundo, 5 de may 2025 (ATB Digital) .- ¿Estamos jugando a ser dioses? El genetista Miguel Pita analiza los avances científicos y los dilemas éticos que rodean la llamada “desextinción”.

El reciente anuncio del nacimiento de crías con genes de lobo gigante por parte de la empresa Colossal Biosciences —Rómulo, Remo y Khaleesi— ha vuelto a poner en el centro del debate científico y ético un concepto tan seductor como polémico: la desextinción.

¿Estamos realmente devolviendo a la vida especies extintas o, más bien, fabricando nuevos organismos a partir de retazos del pasado? Para entender qué hay de realidad y qué de ficción en todo esto, entrevistamos a Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular de la Universidad Autónoma de Madrid. 

Pita analiza las posibilidades reales de estas técnicas, sus límites y sus dilemas éticos. ¿Estamos jugando a ser dioses? ¿Tiene sentido invertir millones en resucitar al lobo gigante mientras desaparecen miles de especies actuales? ¿Y qué papel tendrán estas tecnologías en el futuro de la biodiversidad —y de nuestra propia especie?

National Geographic: ¿Qué es exactamente la desextinción y por qué ha dejado de ser ciencia ficción para convertirse en una posibilidad real?

Miguel Pita: En realidad, la desextinción, en sentido estricto, no es posible. Lo que ha desaparecido no puede recuperarse tal cual era. Lo que sí se puede hacer es una aproximación genética: una mezcla entre especies extintas y especies vivas. Por eso, los científicos preferimos decir que desextinguir, como tal, es imposible.

Hoy usamos ese término para referirnos a técnicas que buscan recrear algo parecido a una especie extinta. Suelen centrarse en animales icónicos —como el mamut o el dodo—, aunque a diario se extinguen especies mucho menos conocidas que no reciben atención.

Más allá del impacto simbólico o mediático, estos proyectos también persiguen objetivos ecológicos. Y, sobre todo, están acelerando el desarrollo de herramientas genéticas muy avanzadas que podrían aplicarse en campos como la medicina o la conservación.

National Geographic: Con respecto a estas técnicas, ¿cuáles han hecho posible la presunta “desextinción” de los lobos gigantes?

Miguel Pita: Las dos técnicas clave que han permitido experimentos como el del lobo gigante son la clonación y, sobre todo, la edición genética. La clonación fue muy popular en su día, pero ahora está en desuso para estos fines. En cambio, la gran revolución ha sido la edición genética.

Herramientas como CRISPR permiten identificar y reemplazar fragmentos concretos de ADN con una precisión extraordinaria. No se trata de cambiar todo el material genético, sino de modificar instrucciones específicas, lo que supone un avance enorme en el manejo del ADN. Estas técnicas están transformando la genética clínica, usada ya para tratar enfermedades, y ahora empiezan a asomarse al campo de la biología evolutiva.

Aunque no han revolucionado aún ese terreno, su potencial es enorme. Por ejemplo, podrían servir para aumentar la diversidad genética en especies vivas que han pasado por cuellos de botella, mejorando así su capacidad de supervivencia.

National Geographic: ¿Por qué es tan difícil “resucitar” una especie extinta, aunque tengamos acceso a su ADN?

Miguel Pita: Esta es una de las claves del asunto. Hay dos grandes razones por las que “resucitar” una especie extinta es tan difícil. La primera es básica pero contundente: lo que está muerto no puede volver a la vida. Para recuperar una especie, necesitamos partir de algo vivo. Por ejemplo, no se puede crear un mamut desde cero, sino que hay que introducir su ADN en una célula viva de una especie emparentada, como una elefanta.

Cuanto más cercana sea esa especie viva, más viable será el proceso. En el caso del lobo gigante, tenemos al lobo gris, con una genética muy similar. Eso permite insertar fragmentos de ADN antiguo en células actuales. Pero no es un lobo gigante “puro”, sino un híbrido.

La segunda gran dificultad es la calidad del ADN antiguo, que se degrada con el tiempo. Cuanto más antigua es la especie, peor conservado está su material genético. Incluso en hielo o en condiciones óptimas, el ADN pierde integridad.

Lo que hoy se logra no es recuperar genomas completos, sino insertar algunos genes concretos en organismos emparentados. Por eso hablamos de aproximaciones, no de resurrecciones reales. En cambio, si tenemos ADN bien conservado de especies actuales, podríamos usarlo en el futuro para conservarlas mejor.

National Geographic: ¿Podrías dar un ejemplo concreto? ¿Qué animales o especies tienes en mente cuando hablas de esto?

Miguel Pita: Un buen ejemplo es el del lince ibérico. Aunque su población ha crecido tras estar al borde de la extinción, todos los ejemplares actuales descienden de muy pocos individuos. Eso implica una baja variabilidad genética, que puede afectar a su salud a largo plazo.

Hablando con un colega que trabaja en su reintroducción, comentábamos que, si algún día pudiéramos recuperar ADN de linces antiguos —por ejemplo, a partir de restos conservados—, podríamos reintroducir esa diversidad genética perdida. Hoy es muy difícil, pero en el futuro podría ser viable con estas herramientas.

Otro caso es el elefante marino de Norteamérica, que llegó a quedar reducido a solo 20 ejemplares. Aunque la especie se ha recuperado, su variabilidad genética es muy baja comparada con la de su pariente del sur. En estos casos, la edición genética podría reforzar poblaciones en riesgo sin esperar a que la evolución lo haga por sí sola.

National Geographic: Si un lobo gigante necesita nacer de una loba común y tener partes de su ADN reconstruidas con fragmentos de otro lobo… ¿Hasta qué punto podemos seguir llamándolo “lobo gigante”? 

Miguel Pita: Efectivamente, desde una perspectiva científica, no podemos decir que sea realmente un lobo gigante. Es un animal que se le parece, sobre todo en el aspecto externo, porque se han seleccionado genes que reproducen sus rasgos más llamativos: tamaño, musculatura, pelaje. Pero no es una copia genética ni biológica del original.

Colossal Biosciences lobo gigante
Colossal Biosciences

Uno de los lobos de Colossal Biosciences a los 5 meses de edad.

De hecho, podríamos estar ante una nueva especie. En biología existen muchas definiciones de especie, pero una muy común entre genetistas es la capacidad de cruzarse y tener descendencia fértil. No sabemos aun si este nuevo lobo podría hacerlo con especies actuales. Si no puede, estaríamos ante una especie distinta; si puede, esas características singulares se diluirían.

Lo que está claro es que no es el lobo gigante extinto. Es un híbrido genético que tal vez merezca su propio nombre y categoría. Por ahora es una creación parcial con fines experimentales, y quizá no debería cruzarse con otras especies. Aunque si se liberara, podríamos descubrir que sí puede hacerlo.

National Geographic: ¿Por qué cree que la idea de desextinguir especies genera tanto entusiasmo, mientras que la conservación de las especies vivas no moviliza tanto interés?

Miguel Pita: Es una gran paradoja, y te confieso que es algo que me irrita un poco. Personalmente, me interesa mucho más evitar la extinción que desextinguir. Sin embargo, reconozco que las herramientas que se están desarrollando en este campo pueden acabar siendo muy útiles precisamente para conservar especies vivas en peligro.

Estas técnicas —como la edición genética— no nacieron para desextinguir, sino para otros fines, como la medicina. Pero su aplicación en la desextinción ha generado mucho eco mediático, ha atraído financiación y está impulsando su desarrollo. Y si eso sirve para proteger la biodiversidad actual, bienvenido sea.

Ahora bien, creo que el entusiasmo por la desextinción tiene que ver con algo más profundo: con la fascinación humana por desafiar a la muerte.

National Geographic: ¿Estamos jugando a ser Dios con estas tecnologías?

Miguel Pita: Esa es, sin duda, la sensación que genera. Pero, en realidad, como decía antes, para poner en marcha estos procesos necesitamos una célula viva. No estamos resucitando nada desde cero. Necesitamos partir de un lobo que sigue vivo para introducir en él fragmentos del ADN de uno extinto.

Sin embargo, el titular —la idea de resucitar— tiene un enorme poder de atracción. Nos remite a lo imposible, a lo divino o incluso a lo literario, como Frankenstein. Y además, hay otro factor muy humano: el deseo de crear criaturas espectaculares. Cuando se intentó desextinguir el bucardo —una cabra preciosa, pero poco mediática— apenas hubo repercusión. No es lo mismo que prometer un tigre con dientes de sable o un mamut lanudo: animales que parecen salidos de un zoológico de fábula.

Mientras perdemos miles de especies reales cada año, nos obsesionamos con recuperar solo aquellas que nos parecen impactantes, cinematográficas, emocionantes. Es un desequilibrio que revela una parte muy humana: la ilusión por lo extraordinario y la fantasía de lo imposible.

National Geographic: ¿Qué riesgos éticos, ecológicos o incluso legales conlleva traer de vuelta a una especie extinta o crear animales que nunca existieron exactamente así?

Miguel Pita: Siempre hay riesgos. No estamos ante el escenario más peligroso, pero sí ante uno que plantea dilemas. Las mismas herramientas de edición genética que se usan para la desextinción podrían aplicarse a campos mucho más delicados, como la modificación genética de seres humanos, donde el debate ético es mucho más urgente.

En cuanto a la desextinción, los problemas surgen si estas especies creadas se reintroducen en la naturaleza. Aunque sea mínimamente, pueden alterar los ecosistemas: romper equilibrios entre depredadores y presas, desplazar especies locales o afectar cadenas tróficas. Hay ejemplos históricos de especies introducidas con consecuencias desastrosas.

También es legítimo preguntarse si tiene sentido gastar millones en proyectos de dudosa aplicabilidad. Pero estas investigaciones están impulsando herramientas genéticas con potencial en medicina, conservación o agricultura. Aunque parezcan “curiosidades”, pueden tener aplicaciones útiles.

El debate se complica si hablamos de especies próximas al ser humano, como los neandertales. Ahí entramos en cuestiones legales y filosóficas mucho más profundas. Pero mientras se trate de unos pocos ejemplares en entornos controlados, el impacto es limitado.

Y, en el fondo, hay algo que apenas cuestionamos: actuamos como si el planeta fuera nuestro campo de pruebas. Talamos, modificamos, criamos. Quizá algún día la Tierra se libre de nosotros y recupere sus propias reglas. Es una visión un poco catastrofista, pero no por ello menos realista.

National Geographic: ¿Se atreve a estimar cuánto le queda a la especie humana?

Miguel Pita: No lo sé con certeza, no tengo una respuesta científica. Pero sinceramente, creo que la especie humana podría desaparecer antes de lo que imaginamos. No veo avances reales en el control del calentamiento global, al menos no al ritmo necesario. Y eso nos va a pasar factura. Sufriremos, y estaremos contra las cuerdas.

¿Extinción total? Lo veo poco probable. Pero una reducción drástica, una civilización con menos impacto y recursos muy limitados, sí me parece bastante posible.No creo que tengamos miles de años por delante. Tal vez siglos, o incluso solo décadas.

Fuente: National Geograpic España

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