Mundo, 07 de may 2025 (ATB Digital) .- Una nueva investigación sugiere que los magnetares, estrellas de neutrones altamente magnetizadas, podrían haber sido fábricas tempranas de elementos pesados como el oro, mucho antes de las colisiones estelares que hasta ahora se consideraban las únicas responsables.
En el principio, el universo era un crisol primitivo: hidrógeno, helio y apenas un susurro de litio danzaban en el vacío recién nacido. Fue en las entrañas de las primeras estrellas donde se forjaron los elementos más pesados, pero hasta el día de hoy, el origen del oro seguía siendo un misterio sin resolver.
¿Dónde se formó la primera molécula de oro? ¿Qué titánica fuerza fue capaz de moldear semejante peso atómico?
Un equipo liderado por Anirudh Patel, estudiante de doctorado en la Universidad de Columbia, ha arrojado nueva luz sobre este enigma gracias al análisis de datos archivados de hace más de dos décadas.
Usando observaciones del telescopio INTEGRAL de la ESA y misiones de la NASA, han descubierto una firma de rayos gamma coincidente con la creación de elementos pesados durante una rara explosión estelar conocida como “erupción gigante de magnetar”.
¿Qué es un magnetar?
Los magnetares son astros extraordinarios: estrellas de neutrones —los núcleos ultradensos que quedan tras la muerte de estrellas colosales— que poseen campos magnéticos tan extremos que deforman el tejido del espacio.
En raras ocasiones, estas bestias cósmicas sufren starquakes, fracturas en su corteza que liberan cantidades inmensas de energía. Durante uno de estos cataclismos, puede liberarse materia a velocidades cercanas a la de la luz, enriquecida con neutrones capaces de transformar núcleos atómicos en oro, uranio y otros metales preciosos.
El fenómeno ha sido observado apenas diez veces entre nuestra galaxia y la vecina Nube de Magallanes, pero su potencia es tal que incluso una sola de estas erupciones podría sembrar enormes regiones del cosmos con metales pesados. Lo más revolucionario: dado que estos eventos ocurren en etapas tempranas del universo, los magnetares podrían explicar la existencia de oro antes de que las colisiones de estrellas de neutrones —hasta ahora la única fuente confirmada— fueran siquiera posibles.
La prueba clave surgió de una señal de rayos gamma registrada en diciembre de 2004, que había permanecido sin explicación. Fue Eric Burns, astrofísico de la Universidad Estatal de Luisiana, quien se dio cuenta de que este eco energético coincidía exactamente con el modelo teórico desarrollado por Patel y su equipo.
Las condiciones en la superficie de un magnetar durante una erupción son ideales para la creación de elementos pesados mediante una cadena rápida de capturas de neutrones. Cuando un átomo capta neutrones en masa, puede transformarse en isótopos inestables que, al desintegrarse, generan protones y, con ello, nuevos elementos químicos más pesados. En este horno nuclear de alta presión y densidad, el oro y el uranio podrían nacer en cuestión de segundos.
En contraste, las colisiones de estrellas de neutrones también generan oro, pero suceden demasiado tarde en la historia del universo como para explicar su presencia en estrellas antiguas. La nueva teoría sugiere que los magnetares pudieron haber sembrado oro en los primeros 500 millones de años tras el Big Bang.
El hallazgo, aunque emocionante, no está exento de escepticismo. Es una posibilidad, pero no una prueba definitiva de que los magnetares producen oro. Uno de los mayores retos es que las condiciones dentro de estos objetos son tan caóticas que podrían dar lugar a metales más ligeros como el zirconio o la plata, en lugar del codiciado oro.
No obstante, Patel y su equipo mantienen la esperanza de que futuras misiones como COSI (Compton Spectrometer and Imager), que despegará en 2027, puedan detectar directamente los elementos creados en erupciones magnetares. Este telescopio de rayos gamma podría ofrecer respuestas más precisas sobre cómo, cuándo y dónde nacen los metales que dan forma a nuestros objetos más preciados.
Fuente: National Geograpic España