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Una molécula revolucionaria permite detectar el alzhéimer antes que aparezcan sus síntomas

Mundo, 9 julio 2025 (ATB Digital).— “¡Hola, cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo va todo?”, exclamaba una persona con una mirada amable a un viandante en una concurrida calle. El viandante, sorprendido por la efusividad de la pregunta y sin comprender muy bien qué estaba pasando le respondía que bien. “¿No me recuerdas?”, insistía la primera persona con una sonrisa en la cara. “Te he echado mucho de menos”. Pero la persona de la calle era incapaz de unir las piezas por mucho que tratara de recordarla. Tras unos instantes, y sin borrar la sonrisa, la primera persona le decía: “Es normal que no me recuerdes, toma”, y alargaba su mano para entregarle un papel.

En el papel podía leerse: “Así se siente una persona con alzhéimer durante todos los días de su vida”, y el enlace a una web ahora inactiva para realizar una donación a una asociación de enfermos de alzhéimer.

Este sketch, anunciado en televisión a principios de la década de 2000, caló en cientos de personas por la crudeza de su mensaje. En él se refleja con maestría cómo el alzhéimer es una enfermedad cruel, que poco a poco va borrando los recuerdos de una persona y la va transformando en una sombra de lo que fue, provocando que el mundo que antes conocíamos se vuelva extraño y desconcertante.

Por ello, el alzhéimer no afecta únicamente a la persona, si no que todo su entorno tiene que adaptarse a los caprichos de la enfermedad. Un paciente que sufre de este tipo de demencia necesita vigilancia y cuidados especializados que, en muchas ocasiones, quedan demasiado grandes a los familiares y amistades.

Por ello, cientos de centros de investigación de todo el mundo están tratando de comprender los mecanismos tras la aparición y el desarrollo del alzhéimer. La última década ha traído consigo grandes avances en su comprensión, pero todavía quedan muchos misterios por resolver ante esta enfermedad extremadamente compleja y que se estima que afecta a 800.000 personas solo en España.

Cuanto antes se detecte, mejor

Muchos de los esfuerzos de investigación se centran en hallar nuevos métodos de diagnóstico temprano. Es decir, en tratar de encontrar indicios de que se va a producir la enfermedad antes de que ocurra. Para ello, se emplean ciertas moléculas denominadas biomarcadores, que se encuentran alterados con respecto a las personas sanas. Entre ellos, destaca la modificación de la proteína tau, una proteína filamentosa que, generalmente, se encuentra en las neuronas y se encarga de estabilizar los túbulos (una especie de andamiaje interior) que recorren cada una de las células.

Pero con la edad, el metabolismo de tau cambia, y puede sufrir modificaciones, como la adición de fósforo a algunos de los aminoácidos que la conforman. Los expertos creen que esta fosforilación de la proteína tau es una de las posibles causas del inicio del alzhéimer.

Concretamente, una de las hipótesis aventura que tau fosforilada está involucrada en la ruptura de los microtúbulos neuronales y en la formación de ovillos de proteínas que se acumulan en la neurona y dificultan su función. Por ello, hallar proteína tau fosforilada puede ser un signo temprano de desarrollo de la enfermedad.

Una proteína escurridiza

La proteína tau rara vez se encuentra fuera del sistema nervioso. Así pues, para encontrar tau fosforilada normalmente se debía hacer una toma de líquido cefalorraquídeo en la médula espinal. Para ello, se realiza una punción lumbar, un proceso doloroso y que conlleva cierto riesgo para los pacientes. Lo habitual es detectar los niveles tau fosforilada en el aminoácido 181, ya que existe una gran evidencia de su relación con el alzhéimer. Pero en 2018 se descubrió que tau fosforilada en el aminoácido 217 (p-tau217) era más precisa en el diagnóstico y ofrecía una gran ventaja.

La proteína p-tau217 permite discriminar con un 90% de acierto a las personas que se encuentran en la fase preclínica de la enfermedad, esto es, antes de que se muestren los síntomas. Además, la gran ventaja de p-tau217 es que se puede encontrar en sangre, lo que facilita enormemente la toma de muestras. Pero un estudio reciente muestra que esto solo era la punta del iceberg.

La investigación, llevada a cabo por el Institut de Recerca Sant Pau, analizó muestras de 731 individuos durante 10 años, tanto aquellos que tenían deterioro cognitivo, como aquellos que no. Al observar los niveles de p-tau217 observaron que este marcador no solo se correlaciona con la presencia alzhéimer, sino que también permite discernir aquellos pacientes en los que la enfermedad va a ser más severa. Es decir, que a más p-tau217 en plasma sanguíneo, más probabilidad hay de padecer demencia.

Una promesa: más tiempo

Los investigadores todavía piden prudencia, ya que han de validar este marcador con un mayor número de muestras y con cohortes de pacientes diversos para garantizar su eficacia. Sin embargo, las pruebas son suficientemente robustas como para plantearse continuar con la investigación.

Como indica Judit Selma González, primera autora del estudio y neuropsicóloga investigadora del grupo de Neurobiología de la Demencia, “uno de los hallazgos más relevantes es que p-tau217 nos permite identificar a personas que aún no presentan síntomas cognitivos, pero que tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad a corto o medio plazo. Esto puede ayudarnos a seleccionar mejor a los pacientes elegibles para participar en ensayos clínicos de tratamientos modificadores de la enfermedad”.

Seguir investigando en nuevos diagnósticos ofrece la posibilidad de comenzar a abordar la enfermedad en el estadio más temprano posible. Este tiempo extra es vital, ya que, aunque todavía no exista cura para el alzhéimer, permite comenzar con ejercicios cognitivos, cambios en el estilo de vida y medicamentos pueden retrasar la progresión de la enfermedad.

“Este marcador tiene un enorme potencial como herramienta clínica”, afirma el Dr. Ignacio Illán, investigador del grupo de Neurobiología de la Demencia y neurólogo del Hospital de Sant Pau. “No solo identifica con precisión la enfermedad de Alzheimer, sino que también nos permite estimar a qué velocidad progresará, un factor esencial para tomar decisiones terapéuticas”.

Fuente: National Geographic España

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