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Alerta por Peste Porcina Africana: origen, riesgos y nivel de peligro para humanos

Alerta por Peste Porcina Africana: origen, riesgos y nivel de peligro para humanos

Mundo, 01 de dic 2025 (ATB Digital).-  Tras más de tres décadas de calma, un antiguo enemigo ha resurgido en el corazón silvestre de Cataluña. La Peste Porcina Africana (PPA), una enfermedad que arrasó los cimientos del sector porcino español en el pasado, ha reaparecido en seis jabalíes salvajes en la sierra de Collserola, devolviendo a España al mapa de riesgo zoosanitario europeo. No hay vacuna. No hay tratamiento. Solo queda la contención como muro ante la catástrofe.

El Ministerio de Agricultura ha confirmado los hallazgos en las inmediaciones de Cerdanyola del Vallès, y las medidas no se han hecho esperar: restricciones de acceso, alerta sanitaria máxima y un despliegue de control que recuerda a escenarios de pandemia. Aunque la enfermedad no se transmite a los humanos, el daño potencial para la ganadería y la economía es incalculable.

¿Qué es?

La Peste Porcina Africana es un virus hemorrágico de altísima virulencia, letal para cerdos y jabalíes. No es zoonótica: no afecta a las personas ni por contacto ni por consumo de carne. Sin embargo, su resistencia ambiental (capaz de sobrevivir semanas en el barro o en objetos contaminados) la convierte en una amenaza silenciosa y persistente. Desde su erradicación en España en 1994, solo quedaban las memorias de un tiempo difícil. Hoy, esas memorias se reactivan.

El brote ha comenzado con dos cadáveres de jabalí encontrados en la zona, cuya necropsia confirmó la temida infección. Pocos días después, se detectaron otros cuatro casos positivos, todos en el entorno natural de Collserola. Las autoridades, conscientes de la gravedad del escenario, han clausurado totalmente el acceso al bosque en un radio de 6 kilómetros y han limitado actividades en 64 municipios más dentro de una zona de vigilancia ampliada.

¿Cómo se transmite?

El virus llegó por primera vez a la península Ibérica en 1957, no por mar ni por tierra, sino por aire: fue introducido a través del aeropuerto de Lisboa, donde los cerdos próximos al aeródromo se infectaron tras ingerir restos de comida contaminada procedente de vuelos africanos. Desde allí, comenzó su lenta y devastadora expansión por Europa. Hoy, tras décadas de contención y esfuerzo, la enfermedad ha encontrado una nueva grieta.

Los síntomas en los animales pueden variar, pero el final casi siempre es el mismo: fiebre alta, hemorragias internas y muerte en un margen de entre 6 y 20 días. La tasa de mortalidad roza el 100 %. Existen cuatro formas clínicas (hiperaguda, aguda, subaguda y crónica) y ninguna tiene cura. La prevención se convierte así en el único escudo frente a la diseminación de la enfermedad. Organismos como Asforce han insistido en la importancia de la bioseguridad, especialmente en zonas donde convergen fauna silvestre y granjas.

La transmisión es doble: puede darse por contacto directo entre animales o de forma indirecta, a través de restos de comida, fluidos contaminados, objetos como herramientas agrícolas, calzado, ruedas de vehículos o incluso insectos como ciertas garrapatas. 

Este es el motivo por el cual las autoridades han cerrado caminos forestales, cancelado actividades recreativas y desplegado controles estrictos: los humanos, sin ser víctimas del virus, podemos convertirnos en sus mensajeros.

Cuando una granja declara un brote de PPA, el protocolo es implacable: sacrificio sanitario inmediato de todos los animales infectados o en contacto, desinfección intensiva de las instalaciones y establecimiento de zonas de protección y vigilancia. Además, se detienen los movimientos de animales y productos, se extreman las inspecciones y se vigilan las explotaciones vecinas. Un solo foco puede suponer millones en pérdidas, además de arruinar la reputación sanitaria de un país exportador como España.

En la actualidad, la PPA se considera endémica en muchas regiones del África subsahariana, pero también ha echado raíces en Europa desde 2007, expandiéndose hacia el este y centro del continente. España, tras una ardua lucha de décadas, había logrado su erradicación completa. Pero los recientes casos en Cataluña suponen un duro golpe que puede tener consecuencias diplomáticas y comerciales si el virus llega a zonas de producción intensiva.

Las zonas más afectadas

La zona más afectada (la sierra de Collserola) ha sido dividida en dos anillos de control. En la Zona 1, de acceso totalmente restringido, queda terminantemente prohibido pasear, montar en bici, recoger setas, cazar o realizar cualquier actividad al aire libre. En la Zona 2, de vigilancia, se han suspendido eventos organizados en la naturaleza y se restringe el acceso a espacios naturales, incluyendo el Parc de Collserola en su totalidad.

Si alguien se encuentra con un jabalí muerto, debe avisar a los servicios de emergencia llamando al 112, sin acercarse ni tocar el animal bajo ningún concepto. En caso de ver un jabalí vivo, se recuerda que está prohibido alimentarlo, pues esto fomenta su desplazamiento y aumenta el riesgo de propagación del virus.

En definitiva, el retorno de la Peste Porcina Africana a España no es solo una alerta sanitaria: es una llamada de atención sobre cómo interactuamos con nuestro entorno natural. El virus ha cruzado el umbral de las montañas, y ahora toca a la ciudadanía mantenerlo lejos de las granjas, de las despensas y del futuro del campo. 

Fuente: National Geographic

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