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Claro que importa

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Fabian Restivo

Ayer, después de leer las noticias que casi siempre me amargan el café de la mañana, llamé a Ernesto para nuestra charla que es casi habitual. Por ahí transcurrió la cosa:

-“Hola Ernesto, qué se cuenta en los mentideros?”.

-“Casi nada, lo de Maradona se llevó el día de ayer en casi todo el mundo, no?”.

-“Sí, solo me llamó la atención lo del Murillo, que lo buscan por el sobreprecio en unas compras. Me parece increíble que con todo el daño que hizo lo busquen solo por eso”.

-“Fabian, no jodas. Lo importante es que con todas las atrocidades que se mandó, se lo juzgue por lo que sea que hizo y esté preso. No importa la causa. Mira… Al Capone, mató ni se cuánta gente, hizo desastres, y fue preso por evasión de impuestos. Listo, fue preso y está bien. No importa”.

Ya escuché esos razonamientos antes. No los comparto. Y no, no está bien. No todo es lo mismo. No todo vale igual. Y claro qué importa.

Soy de un país que juzgó y condenó hasta el último implicado en un golpe de estado cívico militar. Los voceros de los golpistas, conocidos como “prensa independiente, neutral y responsable”, alimentaban páginas y horas de aire con la consigna de que no había habido masacre y persecución sistemática, sino “errores y excesos”, y que el golpe había sido indispensable para poner orden en un país “devastado por los enfrentamientos”, cuando faltaban seis meses para las elecciones.

Ya es parte del glosario popular, la frase “TOTAL NORMALIDAD” que es como tituló el diario Clarín al estado de persecución y muertes a la que los golpistas militares y civiles sometieron al pueblo argentino. Golpe y masacre que bautizaron como “proceso de reorganización nacional”.

Así que no. No está bien que un gobierno que asumió por un golpe de estado asesinando gente, exiliando gente, secuestrando gente, sea juzgado por alguna cuestión de números. Aún sabiendo que se robaron todo lo que le cayó cerca de las manos.

Los grupos parapoliciales que el gobierno de facto usó para amedrentar, golpear y matar, no entran en esas cuestiones administrativas. El hecho de que Murillo usara todo el poder del estado para intentar curar sus miserables complejos mandando a matar, secuestrar, encarcelar y perseguir a miles por sus despreciables trastornos personales, no caben en una planilla de Excel.

Que sus acciones de gobierno fueran la medida de la brutalidad encarnizada con que pretendió curarse (sintiéndose al fin poderoso) de que su ex jefe dijera que es un bolas y un cojudo y que todo el mundo lo pusiera en ridículo, no se soluciona con prisión por sobreprecio. Las mentiras pagadas de la prensa golpista y los aplausos y regocijo por esas atrocidades en cientos de páginas y horas de aire, tampoco.

Los militares golpistas argentinos podrían haber sido juzgados por desfalco al estado. Sobraban cifras. Finalmente habían recibido el país con cinco mil millones de deuda externa y lo devolvieron siete años después con cuarenta mil millones de deuda, y una autopista nueva. Pero hubo también treinta mil desaparecidos, y miles de exiliados y asesinados. Y no todo vale lo mismo.

El peso de la condena en juicio por golpe de estado y lo que conlleva, es una vara importante. Un límite legal y moral, porque tiene que ver con la justicia real, no con la que la prensa y las redes inventan, insistiendo en que nada grave pasó, en que solo se “reorganizó” el país.

Hoy esa parte de la siempre golpista prensa argentina, insiste en decir que no fueron tantos los desaparecidos ni los asesinados. Aún después del “Nunca Más” y de las pruebas en los juicios, insisten en ese relato y en decir que los hechos probados son “narrativas” o “inventos de comunistas”. Porque siempre pueden ser un poco más miserables. No les alcanzó con aplaudir el golpe y las masacres. Todavía lo apoyan hoy, (treinta y siete años después) con cierta nostalgia de clase.  Si no se los hubiera juzgado por lo que efectivamente pasó, y en cambio hubieran tenido que responder por una autopista con sobreprecio, jamás hubiéramos sabido la verdad, y la puerta hubiera quedado abierta para que vuelva a pasar.

Así que sí, claro que importa.

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