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Militares dictan toque de queda en Chile; Piñera retrocede y suspende alza en tarifa del metro de Santiago; siguen las protestas

Militares dictan toque de queda en Chile; Piñera retrocede y suspende alza en tarifa del metro de Santiago; siguen las protestas

Chile, 19 oct 2019 (ATB Digital).- Los militares chilenos dispusiero el toque de queda en Santiago minutos después de que el presidente Sebastián Piñera retrocediera en el anuncio del alza en la tarifa del metro de Santiago, origen del violento estallido social que mantiene en caos la capital y en otras ciudades del vecino país pese al “estado de emergencia” que sacó a los militares a la calle por primera vez desde el retorno a la democracia en 1990.

El general del Ejército que está a cargo de la seguridad de Santiago tras un decreto de estado de emergencia ordenó toque de queda total en la capital chilena a partir de las 22:00 (21:00 hora boliviana) de este sábado hasta las 7:00 del domingo, para hacer frente a la extendida ola de protestas.

“Habiendo analizado la situación y los desmanes que han ocurrido el día de hoy, he tomado la decisión de decretar la suspensión de libertades y de movimiento a través de un toque de queda total“, dijo el general Javier Iturriaga.

Piñera anunció este sábado la suspensión del alza en la tarifa del metro de Santiago, origen del violento estallido social que mantiene en caos la capital chilena.

“Quiero anunciar hoy día que vamos a suspender el alza de los pasajes del metro”, dijo el mandatario, en un mensaje en el palacio presidencial de La Moneda, en momentos que las protestas se extendían en varios puntos de Santiago.

Tanquetas del Ejército y efectivos fuertemente armados se desplegaron en la céntrica Plaza Italia de Santiago, para hacer frente a violentas manifestaciones que estallaron el viernes tras el aumento de la tarifa del metro, de 800 a 830 pesos chilenos (más de $us 1), pero que después se hicieron eco de varias antiguas demandas sociales, en un país con una alta desigualdad social.

Decenas de manifestante rodearon las tanquetas y algunos les enrostraron a los efectivos militares fotografías de detenidos desaparecidos durante la pasada dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

“Nos cansamos”

“Nos cansamos, ya fue suficiente. Nos cansamos de que nos metan el dedo en la boca y que los políticos hagan lo que lo que quieren y viven de espalda a toda la realidad”, alega Javiera Alarcón, socióloga, de 29 años, que protestaba en el frontis del palacio presidencial, cercado por un fuerte contingente de policías y el tránsito de tanquetas militares.

Sin embargo, al menos cinco autobuses del transporte público fueron quemados el sábado en el centro de Santiago, lo que llevó a la empresa a anunciar la suspensión temporal de todo el servicio, dejando a sus siete millones de habitantes prácticamente sin transporte público al estar también paralizado el metro.

Un vagón del metro y varias estaciones fueron otra vez atacadas en esta nueva jornada de furia. En total, 78 estaciones han sido atacadas estos últimos dos días, con una extendida rabia expresada por los manifestantes.

“No me gusta la violencia ni que rompan todo, pero de repente tienen que pasar estas cosas para que dejen de burlarse de nosotros y meternos el dedo en la boca, subiendo sin freno todo menos los sueldos y todo para que los ricos de este país sean más ricos”, dice Alejandra Ibánez, 38 años, vendedora de muebles, de San Miguel.

En otras ciudades, como Concepción y Valparaíso, también hubo protestas. En el vecino puerto de San Antonio, ardió un supermercado. En Santiago, en comunas como Ñuñoa y Providencia, los vecinos salieron pacíficamente a las calles para hacer sonar sus ollas y sartenes.

“La gente está cansada, está harta y ya no tiene miedo“, afirmó por su parte Francisco Vargas, un empleado de 33 años.

Piñera expresó comprensión por las protestas, reconociendo que hay “buenas razones para hacerlo”, pero llamó a “manifestarse pacíficamente” y señaló que “nadie tiene derecho para actuar con la brutal violencia delictual de aquellos que han destruido, incendiado o dañado más de 78 estaciones del Metro de Santiago“.

Una desigualdad social crónica, bajas pensiones, alzas en las tarifas del Metro, la electricidad, los costos de la salud; sonados casos de corrupción en la Policía y el Ejército y una creciente criminalización del movimiento estudiantil incubaron un cóctel que alentó las mayores protestas sociales en décadas en Chile.

Desigualdad crónica

Ni su elogiada política macroeconómica ni ser el país con el ingreso per cápita más alto de América Latina (superior a 20.000 dólares), libran a Chile de ser uno de los países con la mayor desigualdad social de la región.

La fractura social entre una robusta clase alta, concentrada en una veintena de familias, y el resto de la población que hasta ahora se conformó con el acceso al consumo mediante un alto endeudamiento, está en el ADN de las masivas protestas sociales en Chile.

#Chiledesperto se transformó en la máxima tendencia de este sábado en Twitter, uniendo miles de mensajes que reflejan la rabia contenida por años.

“Hay cada vez más personas que independientemente del nivel de ingresos se siente fuera del pacto social”, explica a la AFP Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.

Sistema de pensiones y salud

El sistema de pensiones -una herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que pionero en establecer la capitalización absolutamente individual de los trabajadores, algo elogiado por los neoliberales- encabeza la larga lista de demandas.

Las pensiones en su mayoría se ubican por debajo del sueldo mínimo, que ronda los 400 dólares, mientras las llamadas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), que acumulan millonarias ganancias cada año, indignan a los chilenos.

Un año atrás, el presidente Sebastián Piñera envió al Congreso una reforma al sistema para establecer el aporte del 4% del salario por parte del empleador, por años excluidos del sistema.

Alzas en servicios básicos

Las “evasiones masivas” coordinadas en el Metro de Santiago a través de las redes sociales en la última semana, que desembocaron en las violentas protestas del viernes, fueron en rechazo al aumento en la tarifa de la hora punta, que subió 30 pesos chilenos quedando en unos 1,17 dólares.

Pero el alza en el precio del Ferrocarril metropolitano, que transporta a diario casi tres millones de personas, se sumó a otras subas.

A principios de octubre, el gobierno aumentó 10,5% las tarifas de luz, en tanto no ha  logrado una baja en el valor de los medicamentos, de los más altos de la región, mientras un sistema de salud privado cubre solo el 60% del valor de las prestaciones, deja afuera a ancianos y es tres veces más caro para las mujeres.

Escándalos de corrupción

Otro polo de descontento social es una escalada en los casos de corrupción, en una sociedad que años atrás se vanagloriaba de su transparencia.

Instituciones hasta ahora incuestionables, como el Ejército y la Policía de Carabineros -acusada de desviar casi 40 millones de dólares desde 2006- están sometidas a sendos procesos por corrupción, que en el caso del Ejército tiene procesados a dos de sus últimos comandantes en jefes.

La justicia ha perseguido también a algunas empresas, como la papelera CMPC, que acordó el pago de una gigantes compensación tras aceptar coludirse con otros compañías para subir el valor del papel higiénico.

Criminalización de movimientos estudiantiles

Fortalecido en 2011 gracias a multitudinarias manifestaciones callejeras que pusieron a temblar al primer gobierno de Piñera (2010-2014), el movimiento estudiantil de Chile denuncia una campaña para desprestigiar su lucha.

El gobierno logró aprobar en el Congreso una ley que permite expulsar de los colegios a aquellos estudiantes involucrados en desórdenes graves y busca ahora aprobar una normativa para establecer un control preventivo de identidad desde los 14 años.

Dejavú de la dictadura

La situación de descontrol social, que disparó el aumento de la tarifa del metro esta semana, obligó al gobierno a sacar a los militares a las calles por primera vez desde que Chile recuperó la democracia en 1990.

Tanquetas del Ejército y efectivos fuertemente armados se desplegaron en Plaza Italia de Santiago para ayudar en el control de las manifestaciones.

Al menos cinco autobuses del transporte público fueron quemados en los alrededores de la plaza, lo que llevó a la empresa a anunciar la suspensión temporal del todo el servicio, dejando a la ciudad prácticamente sin transporte público al estar también paralizado el ferrocarril metropolitano.

También hubo enfrentamientos entre encapuchados y fuerzas especiales en la plaza de armas de Maipú -donde también se desplegaron militares- y en algunos sectores de la comuna de Puente Alto.

En otras ciudades del país, como Concepción y Valparaíso, también hubo protestas. En el vecino puerto de San Antonio, ardió un supermercado.

En Santiago, en comunas como Ñuñoa y Providencia, los vecinos salieron pacíficamente a las calles para hacer sonar sus ollas y sartenes.

“Basta de abusos”

Bajo gritos de “basta de abusos” y con la consigna en redes sociales “ChileDespertó”, el país enfrenta las peores revueltas sociales en varias décadas, que arrancaron por el alza de 800 a 830 pesos (unos 1,17 dólares) en las tarifas del metro.

Pero pronto derivaron en reclamos contra un modelo económico donde el acceso a la salud y la educación es prácticamente privado, contra la desigualdad social, las bajas pensiones y el alza de los servicios básicos, entre otras demandas, con una fuerza que ha descolocado al gobierno del derechista Sebastián Piñera, que sólo días antes había afirmado que Chile era una especie de “oasis” en la región.

La “perplejidad y el aturdimiento, la sorpresa del gobierno frente a esta explosión social nos tiene que hacer reflexionar por la calidad de los organismos de inteligencia; la sensación es que el gobierno tuvo una reacción demasiado lenta”, dijo a la AFP el analista de la Universidad de Santiago Marcelo Mella.

El mandatario demoró horas antes emitir un mensaje de calma y decretar el Estado de Emergencia pasada la medianoche del viernes, cuando el caos se extendía por todo Santiago, con enfrentamientos en varios puntos, saqueos, ataques a las estaciones del Metro e incendios.

El saldo: 308 detenidos, 156 policías heridos y 11 denuncias de civiles heridos.

Una fotografía de Piñera comiendo pizza con su familia en un restaurante de Santiago en el mismo momento que la capital ardía, azuzó aun más la furia en un país con un largo historial de protestas violentas pero que en los últimos años se mantenía en relativa calma.

Este sábado Piñera anunció la puesta en marcha de un plan que “va a permitir mitigar el impacto que el alza en el precio del pasaje del Metro ha tenido y va a tener en los sectores más vulnerables y en la clase media necesitada”, sin entregar más detalles.

“Chile era una olla a presión”

“Es triste pero esta destrucción fue la manera que tuvo la gente para que la escuchen. Chile era una olla a presión y estalló así de la peor manera, porque nos dejaron sin Metro”, comentó a la AFP María, una empleada estatal que esperaba tomar un autobús tras la furia del viernes.

Convocados inicialmente por redes sociales bajo la consigna #EvasionMasivaTodoElDia en rechazo al alza del pasaje del Metro, principalmente estudiantes se congregaron para derribar las rejas de acceso y saltar los torniquetes del ferrocarril metropolitano.

Cuarenta y una estaciones de Metro fueron destruidas, algunas de ellas quedaron completamente quemadas, dejando inutilizado a este eje central del transporte público, que transporta cada día a tres millones de pasajeros, de los siete millones de habitantes de la capital.

(Con datos de AFP)

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