Fabián Restivo
A modo de introducción.
Pondré estas líneas entre dos paréntesis: una llamada del día 10 de noviembre del año pasado, y otra de anteayer.
La primera fue corta, de un opositor amigo: “Fabian, Murillo mandó a buscarte, dijo que no tienen nada legal contra vos, pero la orden es buscarte para hacerte mierda. Muévete”. Cortó y no llegué a agradecer. Una hora después un grupo de delincuentes estaban en las puertas de mi edificio. No me encontraron porque era muy tarde y no sabían cuál era mi departamento.
La segunda, de anteayer, fue de alguien de la oposición. Con ese paréntesis cerraré estas líneas.
Por último, este pedazo de la historia es la mía. Pero hubo cientos.
El último día.
Lo último que recuerdo de Bolivia, es el aroma de los pinos de la embajada de España. Salgo como fugitivo de un país donde viví y aporté veinte años, sabiendo que no volveré a verlo. Atrás queda la historia. Me acompañan y cuidan en mi salida, dos embajadores, otros dos diplomáticos y personal de seguridad. Están preparados para un viaje largo y ninguno sabe por dónde decidí salir. Lo van a saber cuándo lleguemos a El Alto. Los preparativos indican que llegamos a la frontera tras 12 horas de viaje, por Tarija a Salta. Cuando llegamos a El Alto, digo: “toma a la izquierda, vamos a Desaguadero”.
Estoy a una hora y media de cruzar a Perú.
16 días.
Desde el golpe de estado no he hablado con nadie de Bolivia. Igual usé otras formas de comunicación para ayudar a salir a otra gente que será recibida en su mayoría en Argentina.
Sé que es un riesgo recibir una llamada o un mensaje mío. Solo dos amigos y mi actual pareja saben que estoy incómodo y alerta, pero bien. Mis hijas (ya fuera de Bolivia) se comunican conmigo por otro teléfono. Lo que llegué a cargar en mi eterno bolso negro me alcanza. Pasé cuatro días en casa de dos amigos y 12 días, hasta mi salida, resguardado por el gobierno español, en su Embajada.
Murillo acaba de decir “Hacen bien lo masistas en correr, porque vamos a cazarlos”. Cumplió. Y desde dos números de celulares (uno de EE UU y otro de un funcionario de la embajada de EE UU) se organizan hordas de violentos odiadores que se hacen llamar “pititas”. Son el brazo bobo pero violento y útil, del golpe de estado que mató a treinta y seis personas, secuestró a mil quinientas y empujó al exilio a otras tantas.
El gobierno golpista se comunica a través de sus medios de propaganda de siempre: Pagina 7, El Deber, Unitel, Fides, ERBOL, explicando que al fin llegó la paz al país. Lo dicen sin rubor, mientras la dupla Añez-Murillo inventan causas de “sedición” cuyos “culpables” son anunciados en títulos catástrofe. Los días siguientes no solo se dedicarán a esconder muertos y casas de masistas, vandalizadas e incendiadas, sino que serán propaladores de las direcciones de esas casas para que los pititas completen la tarea de destrozarlas. Leo en las redes a gente que comió en mi casa y con la que hoy con compartiría ni un vaso de agua.
La organización del golpe, la velocidad, la violencia y la comunicación, son impecables. No hay duda que no es autoría del gobierno ni de la prensa golpista. A ellos les dieron el guion y solo les dejaron la tarea de actuar conforme al rencor de clase que guardaron durante tantos años. Bolivia era “zona liberada”. Los medios de propaganda, sin guardar ni las formas, azuzaban grupos violentos, en concurso con el Colegio Médico, y un invento llamado “agrupaciones ciudadanas” de seis u ochos componentes que aparecían como hongos, contra la “dictadura del MAS”.
Los ataques a otros medios, como La Razon, ATB, la red Kausachun Coca, Abya Yala y otros, continúan. Fueron asediados desde antes del golpe, permanentemente. El gobierno golpista mandó a reventar cincuenta y seis radios comunitarias, incluyendo golpear o matar a los comunicadores y robar sus equipos. Mientras los “activistas por la libertad de Bolivia “, festejaban la masacre por Twitter y Facebook, y aplaudían a la OEA, que a su vez los aplaudía a ellos. Tanto, que el ruido de los aplausos amplificados en los medios golpistas, consiguió acallar los disparos asesinos de la represión y los gritos de los huérfanos.
Los medios de propaganda golpista jamás permitirían que la realidad los distraiga de sus obligaciones contractuales, de sus compromisos asumidos y pagados por adelantado.
Los escribidores y relatores de esos medios de propaganda (que en Bolivia llaman periodistas) son muy cumplidos con sus patrones. No para nada los invitan al país hacia donde señala “La Brújula”, con gastos pagos y recepciones donde los hacen sentir importantes. Los fascina el encanto del privilegio, y afianza la idea de que la conciencia de clase es más sólida en la derecha que en la izquierda. Todo es cuestión de estilo y estética.
Saliendo.
Tomamos la última bifurcación. Si no sucede nada, en media hora estaré en Perú. Leo que los medios golpistas parapoliciales, (Pagina 7, El Deber, Unitel, Fides, ERBOL y otros de esa runfla) azuzan a las hordas contra los medios que llamaron “paraestatales” (La Razón, ATB, red Patria Nueva, Abya Yala, etc.). Lo vivimos en carne propia, asediados en ATB durante días, por grupos violentos y sus compinches del Colegio Médico. Recuerdo la amenaza día por día. Recuerdo a la gente del canal con miedo a ser lastimados. Recuerdo los consejos finales de las cabezas del canal: “no vengan, trabajen desde sus casas”. Recuerdo claramente.
Como siempre, ganó la violencia, generada por los mismos “periodistas” que hoy se preguntan, poniendo cara de idiotas profesionales, “¿qué nos pasa a los bolivianos que estamos tan violentos entre nosotros?”. Se constituyeron en un partido político que propició infamias, insultos, mentiras, odio, asesinatos y persecuciones, y hoy hablan como si no tuvieran responsabilidad ninguna. Olvidaron a conciencia, (acorde su miserabilidad) que cuando Murillo dijo que había que perseguir y vaciar las instituciones de “masistas” ellos, sin critica ninguna, solo “comunicaban” como lo que son: propagandistas y gacetilleros de los golpistas. Cómplices. Asesinos. Miserables manipuladores.
La salida.
Estoy cruzando a Perú. Son las 2 de la tarde del 25 de noviembre. Tardé más que la hermana de Murillo, que ya está en Miami, (nombrada por Añez y la impresentable Longaric) como Cónsul allá, por razones “humanitarias”, y acunada por los medios golpistas y parapoliciales.
Pasó un año. La dictadura de Añez y sus secuaces se robaron hasta el papel higiénico de los baños. Mataron gente. Dejaron morir de coronavirus a la población enferma. Destrozaron la economía, persiguieron y secuestraron usando fiscales, jueces y policías. Apalearon y asesinaron usando grupos parapoliciales. Sus grupos de redes sociales, crearon la sensación de que el pueblo estaba feliz. Pero de nuevo ganó el MAS.
Ahora los gacetilleros van a decir, (acompañados por el coro de siempre) después de todas estas calamidades que aplaudieron, que AHORA SÍ, el MAS tiene la “gran oportunidad” de demostrar que es dialoguista, democrático, no rencoroso y no violento. ¡Tan luego ellos! Ahora todas y cada una de las decisiones del MAS, será puesta bajo la “lupa crítica” de los medios golpistas. Ahora ellos se constituirán en los fiscales guardianes de la democracia.
Sin duda el gobierno Luis Arce, vivirá asediado.
La derecha es muy institucionalista… cuando no está en el gobierno.
Hace años escribí que en Bolivia, teníamos una oposición políticamente nula, intelectualmente estéril, y humanamente miserable. Ellos demostraron que yo tenía razón.
Paréntesis final.
Anteayer, 10 de noviembre de este 2020, recibí un mensaje. Este fue el “diálogo” con otro opositor con quien solíamos hablar.
– Hola… seguís en La Paz? estoy yéndome el lunes y me quedo la semana. Me urge juntarnos a tomar un café y analizar todo lo sucedido. Sos imparcial en tus análisis y me enriquecerás
– Hola, veo que no estás al tanto. Me mandaron a buscar a mi casa el día del golpe. No me encontraron. Estuve escondido en casas de amigos y terminé refugiado en la embajada de España. 20 días después salí a Perú, y de allí a Argentina. Todo esto con un bolso de ropa y nada más. Desde entonces estoy en Buenos Aires. Sin derecho a acceder a mis cosas.
– verdad?????? no sabía nadaaaaaa
-Mientras casi todos hablaron de “gobierno de transición” y de pacificación.
-no te puedo creer! no sabía nadaaaaa y ahora?
-ahora nada. Ustedes aplaudieron el golpe. Y yo, que viví el golpe en Argentina, me tocó vivir lo mismo ahora, pero con otra carga.
Reventaron la casa de Gabriela. Acosaron a mis hijas. Hasta la vecina de enfrente las fotografió para publicar como “se escapaban los masistas”. No me olvido de eso. Se divirtieron con eso, algunos en público y otros en silencio. La casa la reventaron. Entraron y robaron. Ustedes guardaron silencio o festejaron, tanto las masacres como las persecuciones. Fue su fiesta. Había que masacrar masistas.
Ahora van a salir a hablar de diálogo y democracia. Y quizá el gobierno ceda. Y no me importa. Pero no me olvido.
-¿Y por qué me tiras todo esto ahora, tanto tiempo después?
-Justamente, porque pasó un año, abriste el juego…y tiro porque me toca.