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El agua y el amor propio

* MARCO FERNÁNDEZ RÍOS

Las advertencias eran ciertas. La población está preocupada por el suministro de agua potable, no sólo por lo que ocurre en la actualidad, sino por lo que vendrá en el futuro. ¿Estamos actuando bien ante este problema?

La organización internacional World Resources Institute (WRI) informa que hay más de 1.000 millones de personas que carecen de este recurso y se prevé que, para el año 2025, más de 3.500 millones sufran por la carencia de líquido.

La contaminación de aguas dulces, su uso descontrolado, las quemas indiscriminadas y la explotación desmedida de las grandes potencias, entre otros factores, nos están llevando a un presente que parecía lejano.

Lo cierto es que 85% de los municipios de Bolivia atraviesa por una escasez de agua en los inicios de una época calurosa y con pocas lluvias.

En este panorama surgen proyectos internaciones —privados y estatales— para mitigar y prevenir que las sequías ocasionen desabastecimiento de agua en las poblaciones. No obstante, todo ello, incluidas las coberturas periodísticas, se queda en preocupaciones y shows mediáticos efímeros.

Un ejemplo de ello es el ciudadano francés que alcanzó la fama por haber iniciado la limpieza de Uyuni, quien después de algunas otras campañas volvió al anonimato. Todo lo contrario sucede con los colectivos o ciudadanos bolivianos que se dedican a estos trabajos ecológicos y que no tienen reconocimiento alguno.

Un ejemplo de ello lo representan Reynaldo Rodríguez y su hijo José, quienes fabricaron recolectores de agua de lluvia con botellas PET y cañerías, con el fin de que las unidades educativas y viviendas del área rural tengan agua en épocas secas.

“Cuando no llueve sufrimos por agua en noviembre y diciembre. Entonces sacamos de los pozos, aunque a veces no hay y el ganado debe dejar de beber dos a tres días; por eso tenemos que caminar de una a dos horas para llevar el líquido”, cuenta Bertha Yujra, una beneficiaria con este proyecto de la comunidad Cuniri, en el municipio de Viacha.

“Si hubiese más recursos se podría fabricar un tanque de 1.000 litros”, comenta Reynaldo, con la esperanza de que el apoyo privado y estatal posibiliten que más poblaciones accedan a este proyecto que, además de acopiar agua, ayuda en la reutilización de botellas plásticas.

A pesar del esfuerzo por hacer conocer su plan,  Reynaldo y José no encontraron apoyo de ningún tipo y tuvieron que suspender sus planes de mitigar, de alguna manera, la carencia de agua.

A propósito de las demostraciones de complejo de inferioridad de una autoridad municipal ante la llegada de la selección argentina de fútbol, parece ser que despreciamos nuestro trabajo y nuestros proyectos, y, en su lugar, elegimos recetas extranjeras que, en su mayoría, terminan con resultados efímeros.

Si queremos solucionar los problemas que atraviesa el país —como la falta de agua—, tal vez sería bueno que no sólo veamos afuera, sino también entre nosotros.

* MARCO FERNÁNDEZ ES PERIODISTA Y ESCRITOR

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