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La mujer de la casa abandonada, una historia real que causa furor en Brasil

La mujer de la casa abandonada

Mundo, 11 de julio 2022 (ATB Digital).- Margarida Bonetti es (o fue) una mujer brasileña que emigró a Estados Unidos con su esposo en busca de una vida de riqueza y terminó siendo prófuga del FBI.

La historia de esta familia fue contada en el pódcast brasileño ‘A mulher da casa abandonada’ (‘La mujer de la casa abandonada’, en español) que es auspiciado por el medio ‘Folha de São Paulo’. En este, el periodista Chico Felitti ha relatado en varios capítulos lo que descubrió en seis meses de investigación sobre este caso.

Bonetti proviene de una familia noble de São Paulo que ha sido influyente desde el siglo pasado. Luego de pasar sus primeros años en Brasil, ella se casó con Renê Bonetti, con quien se mudó a Maryland, Estados Unidos, en 1979 debido a trabajos empresariales de su esposo.

Pero, la pareja no viajó sola, junto a ellos voló Hilda dos Santos, una señora que les ayudaba con las labores del hogar. Lo que para algunos sería el cumplimiento del ‘sueño americano’, para ella fue el comienzo de una pesadilla.

Sus empleadores empezaron a abusar laboralmente de ella. Según el pódcast, “Hilda fue tratada como una esclava”: no tenía derecho a salario ni asistencia médica, dormía en el sótano de la casa, no podía comer porque le cerraban la alacena bajo llave, era golpeada con zapatos y hasta quemada con agua caliente por parte de los Bonetti.

Aunque desde el 1 de enero de 1863, Abraham Lincoln había decretado el fin de la esclavitud en todo el país, este no era impedimento para los malos tratos que le eran proporcionados a su empleada doméstica.

Luego de 20 años de cautiverio, la mujer fue liberada, de acuerdo con el diario brasileño ‘Istoé’, por una denuncia del sacerdote Ademir Guerini y la comunidad de vecinos que habitaba la zona.

Antes de que la Policía local los encontrara, Margarida Bonetti empacó sus maletas y huyó a su país natal, tierra donde no la podría judicializar debido a que las leyes prohíben extraditar a ciudadanos nacionales para ser juzgados en otras regiones del mundo.

“Ningún brasileño podrá ser extraditado, salvo el naturalizado, en caso de delitos comunes, cometidos antes de la naturalización, o de comprobada participación en tráfico ilícito de estupefacientes y drogas afines, con arreglo a la ley”, asegura el artículo quinto de la Constitución Federal de Brasil.

Renê Bonetti, en cambio, ya se había nacionalizado como estadounidense y, a diferencia de su esposa, decidió permanecer en el país americano y afrontar el peso de la ley.

Él fue condenado a seis años y medio de prisión y a una indemnización de $100.000 dólares al Estado estadounidense (435 millones de pesos colombianos) y $110.000 dólares a la víctima (479 millones de pesos colombianos).

La última información que se tiene del hombre es que ya pagó su condena y ahora trabaja para una empresa de tecnología estadounidense que brinda servicios a la Nasa.

‘Mari’, por su parte, nunca fue juzgada y, a principios del 2000, se mudó a una casa abandonada en Higienópolis, uno de los barrios más ricos de São Paulo.

Acorde con Chico Felitti, ‘La mujer de la casa abandonada’ se dejaba ver muy pocas veces por sus vecinos y, siempre que lo hacía, lucía ropa desgastada y una crema de color blanco con consistencia espesa.

Sin embargo, con la exposición que ha tenido el caso, la historia de los Bonetti se ha vuelto cada vez más viral. Para 2022, se crearon páginas que se dedican a la difusión y actualización del caso, incluso, la ‘casa abandonada’ se ha vuelto un punto turístico para los curiosos.

Se especula que, debido a lo mediático, Margarida Bonetti un día decidió escapar de esa vivienda sin dejar rastro, abandonando a sus dos perros dentro. ‘Glamour Brasil’ informó que Evory y Ebony, como se llaman los canes, fueron rescatados por la organización sin ánimo de lucro Luisa Mell, el pasado 3 de julio.

La primera intriga es dónde está la mujer de la cara blanca. La segunda, si aún se la podría juzgar. Se especula que podría estar dentro de la casa, pero lo más probable es que la haya dejado en la noche. En el jardín abandonó a sus perros. La gran noticia del 3 de junio fue que miembros de una ONG treparon el muro de metal para salvar a las mascotas de la inanición. Uno de los misterios secundarios que alimentan el morbo es por qué casi ningún vecino la ha visto a cara lavada. Ella contó que tiene un problema de piel. Las hipótesis son tema de debate nacional en colegios, oficinas, parques y redes sociales (plagadas de memes): podría sufrir fotodermatosis —“alergia al sol”—, lupus, urticaria solar o erupción polimorfa a la luz. Se cubriría la cara con una pomada a base de óxido de zinc como la que usan los surfistas. Hay quien dice que la usaría para ocultar su cara y no ser reconocida por el FBI.

Felitti descubrió que en el barrio todos conocían el pasado de la fantasmal vecina, a quien han visto revolver tachos de basura y acumular todos sus desperdicios en su mansión, donde los techos ahuecados se vienen abajo —coloca allí paraguas cuando llueve—, no tiene cloacas pero sí luz: arroja todo al jardín generando proliferación de ratas (la han denunciado por falta de higiene en la municipalidad de Higienópolis).

La pedagoga Juliana de Paiva Costa declaró que la casa de esa mujer no debería banalizarse con selfies y bailecitos: “Yo, como mujer negra, no puedo pasar por allí sin tener deseos de llorar; esa no es una situación excepcional sino una regla de lo que sucede en este país con marcas coloniales tan profundas”.

El podcast se convirtió en el más escuchado de Spotify, se oye por YouTube, es trendtopic en TikTok y va por su quinto capítulo. En el muro exterior de la casa alguien escribió en aerosol “Escravocrata”. Felitti viajó a Estados Unidos buscando a René Bonetti —aún un exitoso profesional ligado a la NASA— pero dio por teléfono con la verdadera protagonista de esta historia. La mujer esclavizada aceptó que se publique su historia —sin su nombre aunque algunos medios lo revelaron— y contó que vive feliz a sus 85 años en ese país en una casa propia y con una pensión, y tiene muchos amigos. Pero le dijo a Felitti: “Yo no quiero recordar nada”. Y se despidieron con “un abrazo” mutuo, telefónico. Mientras tanto, todo Brasil —y gran parte del continente— se pregunta dónde estará la mujer de la casa abandonada que vale dos millones de dólares.

(El Deber)

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