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Pacientes con dengue brindan sus testimonios con la red de salud saturada

Santa Cruz, 19 feb 2023 (ATB Digital).- Las víctimas de las picaduras del mosquito Aedes aegypti relataron lo duro que es soportar los síntomas del dengue en medio de una epidemia que tiene sobresaturado el sistema sanitario.

“Es el peor dolor de cuerpo que he sentido y la fiebre es tan fuerte que hace temblar”, así describe Marisol Arias (27) como se siente padecer los síntomas del mal que irrumpió con fuerza este año en el departamento cruceño y está causando síntomas graves.

La joven se recupera del dengue con signos de alarma, que la llevó a estar internada por cinco días, ya que sus plaquetas cayeron por debajo de lo normal y tuvo una inflamación hepática.

“Me empezó con un fuerte dolor de cabeza y luego siguió con dolor de ojos, que no pasa con nada. Es como si alguien estuviera dentro de uno y tratara de sacarlos. La fiebre llegó a una temperatura de 40 grados”, relata la joven.

Ella acudió a su centro de salud por el barrio El Quior, de donde la derivaron al hospital Plan Tres Mil. Madrugó para hacer fila, aguantó de pie los malestares y, después de unas dos horas, decidió buscar atención en una clínica porque estaba a punto de desvanecer. “Los malestares se complicaron con náuseas, ‘chuscho’ y la cabeza me iba a reventar”, cuenta Arias que tuvo que recibir medicación intravenosa.

Susana Marca (30) dice que el dengue se ha convertido en la enfermedad del ‘momento’ porque está en boca de todos, pero aún así hay gente que no ayuda con la eliminación de criaderos.

A diferencia de otros años, esta vez la gestión comenzó con lluvias que favorecen la proliferación del mosquito Aedes aegypti y está provocando una infección generalizada. En su casa enfermaron ella y su hermano, de seis años.

Ella comenzó a mejorar después de tres días de estar en cama, pero su hermanito tuvo que ser llevado al Hospital de Niños porque el vómito no paraba y tuvo sangrado en las encías. Lo más grave fue que el niño soportó los malestares en una silla, donde le suministraron los sueros.

“Nosotros fuimos los primeros en caer en mi barrio. Enfermamos en enero. Fue terrible porque el dolor de cuerpo es muy intenso y uno solo quiere una cama donde reposar. Mi hermanito tuvo que soportar todo eso en una silla”, relató al contar el drama que vivieron antes que el hospital aumente las camas para atender la demanda de niños con cuadros graves.

Carola Choque empezó a sentir dolores musculares y a tener sueño. Señala que poco a poco sintió que todas las articulaciones le dolían como si hubiera hecho ejercicio, por lo que acudió a automedicarse con paracetamol. Su cuadro no fue mejorando y poco a poco fue aumentando el malestar a tal punto que el dolor en los ojos era tan intenso que era imposible mantenerlos abiertos. “Era como que estuvieran sueltos y al mínimo movimiento se saldrían. No soporté más y me fui a una consulta médica y de inmediato me diagnosticaron como dengue”, señala.

Ella es uno de los casos sospechosos, porque no le sacaron la prueba de dengue, pero otros de sus familiares también enfermaron con los mismos síntomas y sí fueron confirmados por análisis de laboratorios.

Comenta que basta llegar a los consultorios médicos para darse cuenta de la magnitud de la enfermedad. “Todos llegan con fiebre, vómito, dolor estomacal y hasta diarrea”, dice.

El temor está presente, pues nadie quiere sufrir consecuencias fatales. Relata que cuando estuvo en la consulta un hombre llegó listo para ser internado, pero los médicos lo asistieron, lo medicaron y le dijeron que debía volver a casa a seguir el tratamiento. “Él se resistía, porque decía que se sentía muy mal y los médicos intentaban hacerle entender que hay síntomas de alarma que indican cuando un paciente debe ser internado y su caso era ambulatorio”, comenta.

La jefa de Emergencias del Hospital Japonés, Neysi Surriabre, dice que la presión al sistema sanitario ya no es del Covid, sino de una epidemia que está azotando con mucha fuerza. Insiste en el llamado a la población a los hábitos de limpieza.

Los niños resisten

Carlitos con sus escasos tres años y nueve meses ya ha enfrentado dos veces el mal. A los nueve meses enfermó, pero el cuadro pasó de forma más leve, aunque con fiebre fuerte y hacía sentir su dolor con el llanto.

Ahora ya puede manifestar lo que siente, no solo su rostro y la fiebre muestra lo mal que está, sino que también él dice: “Me duele la barriguita, mi lengua. Quiero vomitar, mi popó está caliente”.

Sufrió fiebre desde la madrugada del martes hasta el jueves y sus laboratorios dieron positivo a dengue, por lo que está en tratamiento. También tuvo vómito y diarrea y a su corta edad mostraba que sus fuerzas no daban ni para apretar el botón de descarga del baño.

Mariana también sabe lo fuerte que puede golpear el dengue a los niños. El cuadro de su hija, de siete años, se fue complicando hasta que fue derivada desde Pozo del Tigre, en Pailón, hasta el Hospital Japonés. Sus síntomas empezaron con fiebre y se complicaron con vómito, además sus plaquetas disminuyeron, lo que alertó a los médicos que requería de atención especializada.

Su hija era uno de los diez niños que recibían suero bajo un mosquitero, en la sala pediátrica de Emergencias del Japonés. En medio de la preocupación por el malestar de su hija, Mariana hace una pausa para reflexionar a la gente para que limpie su canchón de criaderos y para pedir a las autoridades que doten de los materiales y medicamentos necesarios para la atención. “A todos los niños le piden que les traigan un mosquitero para internarlos, lo que aumenta los gastos para los padres y no es culpa del hospital, sino de las autoridades que no dan los materiales necesarios”, dice la mujer.

Un médico que escucha el comentario asiente con la cabeza y manifiesta: “Todas las mamás deben comprar mosquitero porque no disponemos. Y también falta personal”, añade.

Desde el barrio Las Totoras llegó Wendy Quintanilla con su hijo, de siete años. “Él empezó con tos y luego le dio dolor estomacal fuerte. Cuando llegué de trabajar lo encontré con la mirada perdida y ni siquiera me reconoció porque tenía una fiebre fuerte. También desconoció a la gente y empezaba a gritar y a zapatear. Lo traje directo al Japonés, donde me lo internaron porque tenía líquido y derrame interno. Gracias a Dios lograron estabilizarlo. También otros dos de mis hijos, de seis y cuatro años, enfermaron, pero recuperaron más rápido”.

Tatiana Montero acompaña a su hermanito Sebastián, de cinco años, que tuvo fue transferido desde San José de Chiquitos a la capital. “Llegamos a otro hospital, pero no había espacio y de ahí nos enviaron a este (Japonés), donde más bien nos recibieron”.

Cuenta que su hermanito tuvo fiebre, dolor de barriga y vómito. Durante el traslado y la búsqueda de camas vivieron momentos de angustia porque Sebastián estaba a punto de convulsionar por los síntomas. “Aquí hay necesidades, pero la atención de los médicos es buena. Gracias a ellos, mi hermanito ya está mucho mejor. Casi todos los medicamentos los cubre el seguro (SUS), excepto el mosquitero que hay que comprarlo”, dice.

Fuente: El Deber

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