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La bendita lluvia de las sanciones

Oleg Yasinsky – Hay un dicho ruso que, aunque suena un poco chovinista, no lo es porque refleja bastante bien la realidad que vivimos en este lado del mundo: “Lo que para un ruso es entretención, para un alemán es la muerte”. Cuentan que proviene de aquel legendario 4 de noviembre de 1794, cuando los soldados del gran comandante militar ruso Alexánder Suvórov, después de apoderarse de Varsovia, encontraron en una farmacia local un botellón con alcohol puro y felices lo estaban tomando, un veterinario alemán que pasaba por ahí se unió a la fiesta y, pensando que era vodka, se sirvió un vaso y cayó muerto. Dicen que Suvórov, quien presenció la escena, dijo esta frase.

La guerra económica, más conocida bajo el eufemismo de ‘sanciones’ es el arma preferida del poder globalizado para destruir naciones enteras y a cualquiera que se oponga a la omnipotencia de su dominio. Estas guerras económicas dejan millones de muertos, en este caso todas las víctimas son civiles, la mayoría de ellos, los más humildes e indefensos, y como no hay bombas ni sangre para la prensa, son crímenes invisibles, cotidianos e impunes. Primero, con las guerras tradicionales se genera un sistema mundial con total dependencia de unos y otros y luego se cortan los cordones umbilicales con las economías, creadas artificialmente para asfixiar cualquier intento de desobediencia. Lamentablemente, muchas veces funciona. Por suerte no siempre. Cuba es el ejemplo más largo. Vive y sobrevive bloqueada ya 63 años, mostrando al mundo las maravillas de la dignidad y de la creatividad.

Contra Rusia, durante la última década se aplicó una verdadera sobredosis de sanciones. Las restricciones de todo tipo más duras en la historia del mundo, las que tenían que socavar las bases de la economía, según los expertos occidentales ‘débil’, ‘dependiente’ y ‘muy vulnerable’, no sólo no lograron el objetivo declarado, sino que, al parecer, en tiempos récord la llevaron justo hacia lo contrario. La economía rusa en muchos sectores fortaleció su independencia, desarrolló varias alternativas y producciones nacionales y tendió decenas de nuevos puentes hacia otras regiones del mundo, que, de la misma forma, buscan una mayor soberanía de los centros mundiales del poder político y financiero.

Hace pocos días esta tendencia fue confirmada oficialmente. El mismísimo Banco Mundial, antiguo cómplice de la trampa monetaria a los países de la antigua URSS y de todos sus aliados que alguna vez fueron parte del campo socialista, tendida por este organismo financiero internacional, con su oficina central en Washington, dijo que Rusia ha superado a Alemania en términos de PIB, recalculado en paridad de poder adquisitivo, y se ha convertido en la quinta economía del mundo. La definición de PIB en PPA, en contraste con el PIB nominal expresado en dólares estadounidenses, refleja con mayor precisión la relación de poder económico de los diferentes países. Es interesante, que este mismo Banco Mundial hace un poco más de un año predecía la caída de la economía rusa en un 11,2 % debido a las sanciones aplicadas. También podemos recordar las prepotentes declaraciones del expresidente norteamericano Barak Obama, que aún en el 2015 aseguraba al mundo que la economía rusa ya está ‘quebrada’ por el efecto de las ‘restricciones’ occidentales.

Según este indicador, China ha estado por delante de Estados Unidos desde 2014-2015, y la India ya superó durante varios años tanto a Japón como a las principales potencias económicas de Europa. Aunque en términos de dólares nominales, el PIB de EE.UU. sigue siendo el más grande del mundo. Es por esta razón que a los propagandistas estadounidenses les gusta operar con cifras del PIB nominal, demostrándole al mundo el ‘liderazgo’ de EE.UU. Pero el curso de la historia mundial no puede ser engañado.

La relativa ‘caída’ de Alemania, que perdió parte de su PIB en 2022 y pretende ser el ‘nuevo enfermo de Europa’, era esperada y natural. El poder de la economía alemana se basaba en gran medida en el suministro de la energía estable y económica de Rusia. Ahora tiene que pagar el doble por la gasolina, lo que ha provocado una crisis en varios sectores de su economía. Pero Alemania ahora está comprando “moléculas de libertad” licuadas estadounidenses a Estados Unidos. Ese es su precio.

Si contra los países que históricamente fueron víctimas de los bloqueos imperiales, a lo largo de las últimas décadas se aplicaron muchísimas sanciones, Rusia es el campeón mundial fuera de cualquier competencia. Si aplicamos un ‘sancionómetro’, el cuadro se vería así: Rusia 14.022 sanciones, Irán 4.268, Siria 2.643, Corea del Norte 2.133, Bielorrusia 1.155, Myanmar 839 y Venezuela 651.

Muchos analistas suelen omitir un aspecto que no es económico. Los rusos entienden que el bloqueo comercial y tecnológico de su país no es un intento de presionar a su Gobierno, como se supone, sino un castigo colectivo para todo el pueblo por el delito de no obedecer a los centros del poder mundial. Estos actos de agresión suelen unir a los pueblos alrededor de sus gobiernos, dejando al lado las discusiones y discrepancias internas. En este sentido, la presión económica desde afuera consolida a los pueblos más que cualquier propaganda gubernamental. Los que trataron de bloquear a Rusia se ven aislados en su propia burbuja informativa, tratando de entender esta nueva realidad: el mundo no es como ellos piensan ni calculan. ¿Quiénes fueron los que quedaron encerrados y excluidos? ¿Ahora dónde está la isla que pretendieron hacer aislando a Rusia? Levantaron tantos muros que fueron ellos mismos los que ahora no pueden ver hacia fuera.

Rusia no es un país perfecto, ni un paraíso terrenal. Tendrá sus contradicciones y sus problemas. Pero su población puede darse el gran lujo de esperanza y vivir al margen de la locura y la decadencia inculcadas por los grandes medios en los vastos territorios siempre divididos entre ‘los derrotados’ y ‘los triunfadores’ de un mundo enfermo de individualismo, violencia y miedo del futuro. Rusia cercada, acorralada, acosada por un imperio y sus colonias europeas, sigue creciendo y tendiendo las manos y los puentes hacia otras naciones que están descubriendo en esta crisis mundial una nueva oportunidad para todos, de encontrarnos y construir juntos algo muy diferente.

Oleg Yasinsky

Oleg Yasinsky, periodista ucraniano chileno, colaborador de los medios independientes latinoamericanos como Pressenza.com, Desinformemonos.org y otros, investigador de los movimientos indígenas y sociales en America Latina, productor de documentales políticos en Colombia, Bolivia, Mexico y Chile, autor de varias publicaciones y traductor de textos de Eduardo Galeano, Luis Sepúlveda, José Saramago, subcomandante Marcos y otros al ruso.