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Ecuador se prepara para el debate previo al balotaje: ¿cómo llegan Luisa González y Daniel Noboa?

*Ociel Alí López – Este domingo se llevará a cabo el debate presidencial de cara al balotaje en Ecuador entre Luisa González y Daniel Noboa, en un encuentro que cobra especial interés por dos razones novedosas.

La primera es que, hasta el debate de la primera vuelta, el nombre de Daniel Noboa no figuraba entre los favoritos para pasar a segunda vuelta. El joven empresario era un candidato del montón, de los últimos de la lista que nadie consideraba importante ni que tuviera algún chance de pasar al balotaje.

Sin embargo, el debate del 13 de agosto cambió esa apreciación.

En aquel evento, Luisa González ya era una favorita y su cupo para la segunda vuelta estaba cantado. Pero, por parte del ‘anticorreísmo’ había otros tres o cuatro candidatos disputándose el lugar y ninguno de ellos era Noboa. Al día siguiente del debate, ya el nombre del joven empresario comenzó a figurar en las quinielas, y en cuestión de una semana, alcanzó y superó con creces al resto de candidatos, otrora favoritos.

En aquel momento, Noboa utilizó una estrategia de diferenciación con el resto de los candidatos: buscaba no polemizar, no polarizar, no echarle más leña al fuego, no mostrarse como una persona conflictiva (como sí era su padre, Fernando Noboa Pontón, varias veces candidato presidencial), sino todo lo contrario, como un actor dialogante y con argumentos, que manejaba criterios técnicos, muy sosegado, muy tranquilo, y fue así como logró superar al resto de candidatos ‘anticorreístas’.

Así, mientras el resto de los aspirantes trató de polemizar, de atizar los debates, de lanzar acusaciones y de figurar para convertirse en el candidato que enfrentaría a González, Noboa eludió las diatribas.

Noboa utilizó una estrategia de diferenciación con el resto de los candidatos: buscaba no polemizar, no polarizar, no echarle más leña al fuego, no mostrarse como una persona conflictiva (como sí era su padre, Fernando Noboa Pontón, varias veces candidato presidencial).

Noboa cambió el ritmo de una campaña electoral que había estado signada por asesinatos de alcaldes y de candidatos, y totalmente empalagada de la discusión en contra del correísmo, un movimiento asediado con acusaciones infundadas.

Es decir, en medio de una campaña rodeada por una crispación general y una violencia desatada, el discurso de Noboa parece haber sido un relato de tranquilidad, de sosiego, de raciocinio y eso le cambió totalmente el ‘timing’ a la primera vuelta y modificó también las estrategias presentadas en la campaña por el balotaje. Y es allí donde viene la segunda variante.

Una campaña despolarizante
Hasta ahora, los candidatos no han entrado en diatribas muy fuertes. Alguna que otra escaramuza, pero ciertamente no ha habido un enfrentamiento tan colosal, tan abrupto como al que nos tiene acostumbrado tanto América Latina como el propio Ecuador.

Especialmente interesante resulta que la candidata González, que es la ficha del correísmo, de la izquierda progresista, no haya sido muy beligerante en denunciar a Noboa, quien es hijo de la familia más rica del Ecuador, dueños de bancos y de medios.

En cambio, la aspirante no ha usado ningún tipo de lenguaje despectivo hacia su contrincante, sino que más bien se ha mantenido dentro de los criterios de sosiego, de tranquilidad y de no polarización, como impuso Noboa en el primer debate.

De esta nueva estrategia del correísmo ya habrá que analizar su efectividad después del 15 de octubre.

La aspirante no ha usado ningún tipo de lenguaje despectivo hacia su contrincante, sino que más bien se ha mantenido dentro de los criterios de sosiego, de tranquilidad y de no polarización.

Por parte de la campaña de Noboa se puede decir lo mismo. Hasta ahora era repetitivo que en los tiempos electorales en Ecuador el candidato de derecha se mostrase ferozmente anticorreísta, denunciara constantemente a Correa o a los candidatos de turno de tener relación con Hugo Chávez, con Nicolás Maduro o con Fidel Castro. Eso no ha aparecido en esta ocasión, lo que más bien ha hecho muy difícil distinguir cuál es la opción progresista y cuál es la conservadora.

Noboa se ha declarado de centro-izquierda y González se ha cuidado mucho de un discurso radical, así que no hay una clara diferenciación en las propuestas de los candidatos, ni un claro límite de en dónde queda ideológicamente cada uno. Y eso es un marco bastante diferente y distintivo del resto de campañas, tanto de América Latina como de las históricas celebradas en Ecuador.

La estrategia de Noboa parece muy clara.

Él no quiere quedar en el centro de la diatriba ni meterse en un territorio de fuego cruzado, siendo el heredero de la riqueza más grande del país. Si el pueblo lo vislumbra así, tendría todas las de perder, sería acusado de ser parte de la élite, alejado de las bases, de las masas, en un país que ha votado por la izquierda en diferentes oportunidades y que incluso en las elecciones de 2021 ofreció diferentes opciones de izquierda que tuvieron la mayoría de los votos, pero que no lograron asociarse.

Sumado esto a la experiencia fallida del actual presidente Guillermo Lasso, otro banquero de la casta, cuyo gobierno defendió como diputado.

La estrategia de Luisa González
En cambio, la estrategia de Luisa González hasta ahora no ha sido del todo clara. Es posible que esté esperando el debate electoral para que la misma sea desplegada.

Noboa no quiere quedar en el centro de la diatriba ni meterse en un territorio de fuego cruzado, siendo el heredero de la riqueza más grande del país.

Parece bastante obvio, tanto por el resultado de la primera vuelta, como el resultado de las presidenciales del 2021, que el correísmo, por sí solo, no es suficiente para ganar unas presidenciales.

Por lo tanto, se espera que González defina estrategias que vayan más allá de las fronteras del correísmo, tanto hacia los nuevos electores jóvenes que no vivieron el gobierno de Rafael Correa, como a sectores que en algún momento sí fueron parte de ese movimiento, pero que posteriormente se distanciaron. En ese último punto tienen peso los sectores indígenas y progresistas, que terminaron deslizándose hacia el ‘anticorreísmo’ o el ‘no-correísmo’.

Ese sector se supondría que tendría que ser uno de los principales arropados por la narrativa de González, pero hasta ahora, en lo que va de campaña del balotaje, eso no ha ocurrido. La candidata se ha mantenido bastante a la sombra del correísmo, buscando lealmente los votos duros y todavía no se ha atrevido a tender puentes con otros sectores. Es muy clave entonces el debate para saber hacia dónde dirigirá su mensaje.

Se espera que González defina estrategias que vayan más allá de las fronteras del correísmo.

Por su parte, Noboa va como favorito a la discusión pública del domingo, primero porque le fue bien en el primer debate y, segundo, porque hasta ahora las encuestas le dan cierto margen a favor. Sin embargo, González es una candidata con gran oratoria, que cuenta con criterios técnicos y es bastante probable que esté buscando los errores de su contrincante, que han sido variados durante la campaña, algunos enunciados desde discursos tartamudeantes.

Es posible que González quiera esperarlo en ese terreno para hacerlo titubear, lo que en una situación tan crítica como la ecuatoriana podría ser visto como inexperiencia o falta de temple.

Lo que no tenemos del todo claro es si la candidata va a tratar de repolarizar el debate —ubicar a su contrincante en un sector élite, acusándolo de conservador o posicionarlo en la derecha ideológica—, o si más bien va a tratar de buscar un diálogo, una conversación en torno a las políticas públicas que hasta ahora no parecen muy diferentes entre uno y otro candidato.

Las dos campañas han sido parsimoniosas, no han tenido grandes mítines, marchas o movilizaciones, y pareciera que están jugando a trabajar a baja intensidad.

Lo que todo el mundo espera, incluidos los comandos políticos de los candidatos, es que el evento sea el clímax de la campaña, el gran escenario donde va a despuntar uno sobre otro.

Por lo tanto, toda la atención desde hace días y semanas se centra en lo que será este debate electoral, que es donde se va a conocer con mayor claridad cuál es la oferta electoral, qué es lo que distingue al uno del otro y, finalmente, si se va a establecer quién es el favorito en la recta final, quién va adelante y quién tiene todas las de ganar.

Cuando finalice el debate, el domingo en la noche, comenzará el ‘sprint’ final de la campaña.

Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.

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