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Chile en su laberinto con un nuevo plebiscito: ¿hacia dónde se enfila el país?

Chile en su laberinto con un nuevo plebiscito: ¿hacia dónde se enfila el país?

Ociel Alí López

El complejo proceso que vive la sociedad chilena no termina de permitir que el país austral marche en una dirección u otra. Desde que en octubre de 2019 un inusitado estallido social rompió con la tranquilidad que había caracterizado a la nación en las últimas décadas, el péndulo histórico-político no cesa de agitarse.

El 17 de diciembre se llevará a cabo el segundo plebiscito para decidir el rechazo o aprobación de la nueva Constitución, luego que la primera propuesta fuera rechazada por el 62 %, en septiembre de 2022.   

El abrupto giro del péndulo

Después del llamado “estallido chileno” se desató una cadena de acontecimientos permitía comprender un indetenible cambio de la sociedad hacia la izquierda.

Primero, la elección de la convención constitucional que se instaló en julio del 2021, y en el que el 64 % de los convencionales elegidos procedía del mundo independiente y de la izquierda alternativa, constataba el ánimo irreverente vivido en las calles durante las largas protestas de 2019. Luego, la victoria de Gabriel Boric como presidente en diciembre de 2022, sellaba un inédito triunfo de la izquierda.

Quedaba la incógnita sobre cómo un pueblo podía votar en varias elecciones seguidas por opciones de izquierda y a los pocos meses votar por la derecha más extrema.

Sin embargo, una vez redactada la nueva Constitución, con Boric en el Gobierno, el pueblo chileno rechazó abrumadoramente la propuesta progresista en septiembre de 2022 y echó por tierra cualquier idea de “inevitabilidad” de un proceso de transformación social. Sucedió, en cambio, todo lo contrario y revirtió de una manera tan radical, que el péndulo en Chile ya había ido y vuelto, en cuestión de meses, de un polo de izquierda radical a uno de derecha también radical.

Quedaba la incógnita sobre cómo un pueblo podía votar en varias elecciones seguidas por opciones de izquierda y a los pocos meses respaldar a la derecha más extrema.

Así las cosas, llegó el turno al bate para el Partido Republicano y su líder, el excandidato derechista radical, José Antonio Kast, quienes junto a la derecha tradicional lograron copar el Consejo Constitucional y así tener el suficiente margen de maniobra para diseñar una propuesta constitucional a su imagen y semejanza. Parecía entonces que la sociedad chilena había dado un golpe de timón y se conducía hacia las aguas de la derecha profunda, histórica, pinochetista.

Redactada la propuesta constitucional derechista, ahora tiene que pasar por la aprobación popular en referéndum, pero hay señales de que el péndulo podría haber girado nuevamente, tan acelerado como antes.

Boric o a la espera del péndulo

El presidente Gabriel Boric jugó con mucha cautela después de los resultados del primer plebiscito y se “sentó” a esperar al péndulo en el centro.

La noche de la derrota retiró a varios de sus ministros más cercanos, estableció una estratégica negociación con la centro izquierda y el centro, admitió que la sociedad chilena había asestado un golpe de timón y prácticamente se sentó a esperar a que el péndulo regresara y, si las encuestas están en lo cierto, es lo que podría estar sucediendo.

La nueva propuesta de Constitución fue redactada sin ánimos de consenso.

El presidente, la noche del triunfo del rechazo, hizo una autocrítica, razonó que la propuesta constitucional redactada por su partido y otros aliados había sido arrastrada por los vientos calientes del radicalismo de calle y de las victorias electorales de la izquierda más radical, y recomendó, al entonces victorioso Partido Republicano, “no cometer el error que cometimos nosotros”.

Sin embargo, las derechas no atendieron al llamado. La nueva propuesta de Constitución fue redactada sin ánimos de consenso y debate. Los ultraconservadores parecen estar cometiendo errores similares, dejando excluidos a importantes sectores de todo el espectro político. 

Ahora resulta que todas las encuestas registran, nuevamente, una intención de voto abrumadoramente contraria a la propuesta redactada.

En variados estudios realizados en octubre y noviembre, se repiten los pronósticos. Además de eso, esas mediciones develan un alto porcentaje de indecisión. Pareciera que la atmósfera política es desinteresada en cuanto al debate constitucional. El elector podría estar enfrentado situaciones cotidianas que considera más importantes.

El debate constitucional puede estar siendo valorado por las mayorías, sobre todo las que históricamente se han abstenido y ahora están obligadas a votar, como una lucha de factores de poder entre izquierdas y derechas, donde se ha anidado la clase política a quien consideran su adversaria, independientemente del signo ideológico.

Si la predicción de las encuestas se cristaliza, tanto la izquierda como la derecha habrían fracasado en su intento de cumplirle al país que exigió, en las urnas, un cambio constitucional.

Si la predicción de las encuestas, o la tendencia que marcan éstas, terminan cristalizándose en el referéndum constitucional, pues estaríamos viendo el regreso instantáneo del péndulo político y una indecisión generalizada sobre el rumbo del país.

Tanto la izquierda como la derecha habrían fracasado en su intento de cumplirle al país que exigió, en las urnas, un cambio constitucional. Hablaríamos de una nación inmersa en un laberinto. Una ciudadanía que sufre grandes problemas, con un enorme malestar interno, pero que no encuentra una salida confiable.

La campaña electoral no ha terminado

Este ambiente de digresión en torno al tema constitucional y la disparidad de criterios del elector chileno, según la coyuntura, trata de ser revertido por la derecha, usando el plebiscito constitucional como un referendo contra el presidente Boric.

En un spot publicitario favorable a la actual propuesta, se intenta captar el malestar general y con la frase “que se jodan” llama al voto en contra de Boric, sin promocionar lo escrito en el nuevo texto, tratando de apropiarse del hastío que sufre la política y enfilarlo en contra del Gobierno, como una especie de referéndum.

Estamos aproximándonos a un país que ya no está polarizado entre izquierda y derecha sino entre políticos y antipolíticos. Se crea así un caldo de cultivo para que en apenas dos años, en las próximas presidenciales, un ‘outsider’ pueda agrupar a esas grandes mayorías, que antes no votaban, para que asistan y acudan a votar por una fórmula que beba del rechazo hacia el statu quo político.

Para una situación hipotética como esta, habrá que esperar hasta finales de 2025, pero para saber si el péndulo otra vez ha girado a tope, solo restan diez días.

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