Internacional, 24 de mar 2024 (ATB Digital).- Movistar Riders o Queso son solo algunos de los equipos más relevantes del panorama español de eSportso, lo que es lo mismo, de las competiciones de videojuegos profesionales. Un sector que, solo en España, y en lo que comúnmente se consideró un mal año, generó 40 millones de euros en 2023, y se prevé que alcancen los 65 millones en 2027.
Aunque pueda parecer un fenómeno minoritario, no lo es: a nivel global, superaron los 717 millones de audiencia en el segundo trimestre del año pasado, según el informe Los esports en 2023. ¿Game Over o insert coin?, y en España creadores de contenidos como Ibai Llanos, The Grefg o Werlyb arrastran audiencias masivas en las competiciones en las que participan. Suben los espectadores, aumentan los empleos relacionados con estas competiciones y crecen también las opciones de formación relacionadas con los eSports. Pero ¿es posible ganarse la vida con ello?
La respuesta, con muchos matices, es afirmativa, y para ello hay que escuchar lo que dicen tanto desde el sector educativo como desde esta industria de ocio. Porque, aunque las audiencias globales sigan subiendo (que lo hacen), la de los eSports más competitivos (juegos como League of Legends (LoL), Valorant o Counter Strike) tiene una tendencia negativa. Porque, aunque los ingresos generados siguen aumentando, el modelo de negocio da claros signos de agotamiento: los patrocinios (75% de los ingresos en España, según Statista) bajan y no son pocos los equipos profesionales que han tenido que cerrar o buscar en la fusión con equipos antes rivales (como recientemente Mad Lions, Koi y Movistar Riders) fórmulas alternativas para garantizar una sostenibilidad que tampoco soporta salarios demasiado elevados.
“Dar sueldos de 200.000 € en una LEC [competición internacional de League of Legends] para una audiencia que no lo soporta, o un salario en España de 6.000 € al mes, es demencial. Y que nadie se equivoque, no es porque se trate de chavales de 16 años, sino porque, simplemente, no generan retorno”, sostiene el mencionado informe, elaborado por Esports Professional y Esports Bureau. Por eso, para analizar las perspectivas (sobre todo laborales) del sector hay que huir de sensacionalismos o titulares fáciles y recordar que sí, que las hay… pero con matices.
Una carrera profesional en ‘eSports’
Según datos de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), los empleos crecieron un 33% en 2021, superando los 800 puestos de trabajo. De ellos, casi la mitad (el 46%) correspondían a jugadores profesionales, a los que hay que sumar, en los equipos, otros perfiles como psicólogos, fisioterapeutas, nutricionistas, especialistas en marketing, comunicación, gestión de empresas, entrenadores o diseñadores. Y todo ello sin contar los relacionados con la organización de competiciones. Pero luego llegó la desaceleración de 2023, con despidos generalizados, ventas de plazas en franquicias y cierres de clubes profesionales, de acuerdo con el estudio citado.
“Muchos hablan de que se ha explotado una burbuja, pero yo creo que, a nivel de jugadores, la cantidad de gamers que hay en el ecosistema es mayor. Donde yo creo que sí se ha pinchado un poco es a nivel de espectadores, de equipos profesionales y de ligas. Los números se inflaron durante la pandemia porque la gente estaba en casa y consumía mucho contenido”, sostiene Jonathan Tolosa, responsable de eSports en la Institución Educativa SEK. La bajada de audiencia (en las principales competiciones) a la que hace referencia se debe a factores como el costreaming (algo así como retransmisión compartida): la LVP [Liga Profesional de Videojuegos] retransmite todos los partidos, pero permite que cada equipo coja esa señal y, con sus propios comentaristas, cuenten lo que está pasando (…).
Para Pérez, es importante no minusvalorar los beneficios que presentan los videojuegos, ya que ellos “y, en general, el entretenimiento digital son la puerta de entrada a la tecnología y la informática para muchos niños y niñas. Además, estimulan ciertas áreas del cerebro relacionadas con las habilidades cognitivas y la memoria, además de ayudarnos a disminuir el estrés y controlar la ansiedad”, recuerda. Pero también porque este tipo de juegos, añade, “nos ponen a prueba, ya sea de forma colaborativa o competitiva, con distintos beneficios. En un modo cooperativo, fomentan el trabajo en equipo y las habilidades sociales; mientras que, en el modo competitivo, entra en juego el objetivo de ser mejores contra nosotros mismos o la máquina, y proporciona la motivación necesaria para seguir avanzando”.
Fuente: El País