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El asombroso caso del dragón de Komodo, todo un misterio para la ciencia

Mundo, 14 de abr 2024 (ATB Digital).- El dragón es un animal mitológico de alto recorrido literario. Se trata de un monstruo invencible al que siempre se enfrenta un héroe, ya sea San Jorge en la leyenda cristiana o Hércules en la mitología griega.

Hay una hipótesis acerca de esta fantasía que nos remite a nuestro antepasado primate, de cuando éramos homininos y nuestro mecanismo de reacción se ponía en marcha cada vez que asomaba el peligro en forma de serpiente, felino gigante o ave de rapiña. Por eso mismo, los dragones combinan aspectos de todos estos animales, desatando los terrores del inconsciente y poblando el imaginario colectivo con su figura sobrenatural. Hay dragones en China y hay dragones mesoamericanos, como también los hay mediterráneos y africanos.

El dragón que hoy nos trae hasta aquí es uno de los grandes misterios de la ciencia. Se trata de un reptil de garras afiladas y dentadura de tiburón cuya lengua amarilla se mueve nerviosa cada vez que se abalanza sobre su presa. Por si fuera poco, la saliva de este dragón contiene abundantes bacterias venenosas, lo que puede acabar con la vida de su víctima en menos de 24 horas. No es broma; se han encontrado 58 poblaciones bacterianas diferentes, de las cuales 54 son potencialmente infecciosas debido a la alimentación carroñera de este reptil que habita en la isla de Komodo, situada a 400 kilómetros al este de Bali, en la confluencia de los océanos Índico y Pacífico.

Su nombre científico es Varanus komodoensis, aunque se le conoce comúnmente como dragón de Komodo, el lagarto más grande de la Tierra. Para hacernos una idea, el ejemplar más brutal encontrado hasta la fecha medía 3,13 metros y pesaba 166 kilogramos. Cuando nacen, los animalitos son verdosos y rayados, pero, según van creciendo, su piel va tomando el color de una armadura medieval de color gris cubierta de óxido rojizo.

Estamos ante un reptil peligroso, de dieta carnívora al que, según Michel Gall en su estudio sobre Las mil y una noches, se enfrentó Simbad en uno de sus viajes. De este monstruo con armadura medieval cabe destacar su olfato; siente tu presencia antes de que tú lo veas. Si te alcanza, no dejará de ti ni los huesos. Eso sí, solo se salvará tu teléfono móvil. Por eso, si llega a ocurrir tan desafortunado encuentro, lo mejor es poner tu teléfono a grabar, para que así quede registrado el festín de vísceras regado con sangre que se va a pegar el animal. Una auténtica película snuff; sin trucos.

Bromas aparte, el barón Rudolf von Reding Biberegg, explorador suizo que se encontraba realizando una expedición en la isla, desapareció sin dejar rastro en el verano de 1974. Todo apunta a que fue devorado por un dragón de Komodo. Del barón solo encontraron las gafas, un sombrero y una cámara de fotos. Hoy, una cruz de madera clavada sobre un pequeño montículo lo recuerda con la siguiente leyenda: “En recuerdo del barón Rudolf von Reding Biberegg, nacido en Suiza el 8 de agosto de 1895 y desaparecido en esta isla el 18 de julio de 1974″.

Fuente: El País

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