Mundo, 01 de ago 2024 (ATB Digital).- Ser mujer no fue algo sencillo, especialmente, durante la primera mitad del siglo XX. Y, si además de ello, eras una mujer deseosa de convertirte en científica y explotar todo tu potencial como profesional de las ciencias, la situación se volvía más negra todavía. Aparte de enfrentar los prejuicios y las barreras de género rutinarias, las científicas debían luchar por abrirse paso en un mundo dominado por hombres, donde ellas eran subestimadas y ninguneadas frecuentemente. Una de estas pioneras y luchadoras fue Felisa Martín Bravo, reconocida por ser la primera mujer en doctorarse en Física y en ingresar en el Cuerpo Superior de Meteorología en España.
PRIMERA DOCTORA EN FÍSICA DE ESPAÑA
Felisa nació en Donostia y creció en el barrio de Amara junto a sus padres, Enrique y Rosalía, y su hermana menor, también llamada Rosalía. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto General y Técnico de Gipuzkoa, donde comezó a demostrar una inclinación muy marcadas hacia las ciencias, especialmente la física y las matemáticas. En 1918, una vez terminada la secundaria, se trasladó a Madrid para continuar con sus estudios, matriculándose en la Universidad Central de Madrid para convertirse en una de las primeras españolas en estudiar Ciencias Físicas.
Durante sus años de universitaria, Felisa compaginó sus estudios con un trabajo como profesora en el Departamento de Ciencias del Instituto Escuela, lo cual le sirvió como preparación para obtener el título de profesora de instituto, así como le proporcionó una ayuda económica para seguir financiando su formación. En el año 1922, Felisa se licenció en Física y comenzó a trabajar en el Laboratorio de Investigaciones Físicas bajo la supervisión de Julio Palacios. Allí, se especializó en el estudio de redes cristalinasutilizando rayos X, aplicando los métodos desarrollados por los físicos William Henry Bragg y William Lawrence Bragg, así como los métodos de difracción de rayos X por polvo de Peter Debye y Paul Scherrer, técnicas recién llegadas a los laboratorios en aquel momento.
Finalmente, en el año 1926, Felisa defendió por fin su tesis doctoral, titulada “Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, del óxido de cobalto y del sulfuro de plomo“, convirtiéndose en la primera mujer en España en obtener el título de doctora en Física. Su tesis fue un hito en la historia de la cristalografía y se publicó como un artículo científico en 1926, destacando como uno de los primeros en ser publicado por una mujer.
Felisa retratada en los años 40.
PIONERA EN METEOROLOGÍA
Solo un año más tarde, en 1927, Felisa viajó a Estados Unidos. Durante los dos años que estuvo en el país, visitó los laboratorios científicos más grandes, como los de Harvard y Yale, con el objetivo de entrar en contacto con la actualidad científica estadounidense y formarse en aquellos aspectos en los que España no se encontraba a la vanguardia. Sin embargo, para ganarse la vida esa temporada, se dedicó a impartir clases de castellano en varios institutos para señoritas en Connecticut y Vermont, utilizando sus ratos libres para avanzar en su formación como científica. A su regreso a España, en 1929, comenzó a trabajar en el Servicio Estatal de Meteorología, siendo la primera mujer en ingresar en esta entidad y la única hasta 1935.
Además, continuó sus investigaciones en el Instituto de Física y Química de la Universidad de Madrid gracias a una beca de la Cátedra Cajal. En 1932, Felisa recibió una beca de ampliación de estudios y se trasladó a la Universidad de Cambridge, donde se formó en espectrografía de rayos X y estudió sistemas de sondeo atmosférico con el físico Charles Thomson Rees Wilson. Su estancia en Cambridge fue crucial para ampliar sus conocimientos en ciencias atmosféricas y aplicar estos conocimientos a la meteorología.
Funcionarios ingresados en el cuerpo de Meteorólogos en 1943 posan junto con sus profesores y jefes. LA única mujer en la fotografía es Felisa.
A su vuelta a España, en plena Guerra Civil Española, Felisa continuó su trabajo en el Servicio Meteorológico Nacional en el bando republicano. Sin embargo, al negarse a trasladarse a Valencia con la agencia, fue expulsada de su puesto. A pesar de esta adversidad, en 1937 fue nombrada “directora accidental” del Observatorio de Igeldo en San Sebastián, un puesto que ocupó hasta 1940. Durante su tiempo en el observatorio, centró sus investigaciones en el estudio de las galernas, temporales súbitos y violentos con fuertes ráfagas de viento del oeste al noroeste que suelen azotar algunas zonas del mar Cantábrico y sus costas.
ROMPIENDO BARRERAS
Tras la Guerra Civil y debido a su posicionamiento político público, Felisa fue sometida a un expediente de depuración, pero logró finalmente reingresar en el Servicio General de Meteorología, donde trabajó hasta su jubilación en 1960. Fue la única mujer en la entidad durante varias décadas y en ella se dedicó al estudio de la electricidad atmosférica, publicando varios artículos científicos entre 1943 y 1954.
En 1973 y 1974, Felisa fue presidenta de la Asociación Meteorológica Española, volviendo a marcar un hito en la historia al convertirse en la primera y única mujer en ocupar este cargo… ¡hasta 2019! Su legado ha sido reconocido en diversas ocasiones, incluyendo su inclusión en la Tabla Periódica de las Científicas en 2018 y la dedicación de una calle en su nombre en San Sebastián en 2017. Finalmente, Felisa Martín Bravo falleció en Madrid en 1979, dejando un legado como pionera en los campos de la física y la meteorología, así como colocándose como un ejemplo de perseverancia y dedicación científica en una época de grandes desafíos para las mujeres en la ciencia.
FUENTE: National Geographic