Mundo 04 de sep 2024 (ATB Digital).- Más de 100 años después de uno de los naufragios más famosos del mundo, el Titanic sigue sumergido en las frías aguas del Océano Atlántico, a casi 4.000 metros de profundidad, cerca de la costa canadiense de Terranova.
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Desde que se localizó su pecio en 1985, se han llevado a cabo múltiples expediciones para recuperar miles de objetos y partes del barco, que inevitablemente irían sufriendo un proceso de corrosión a medida que pasaran más y más tiempo sumergidos en agua marina.
Sin embargo, las dimensiones del buque hacen que salvarlo al completo sea una tarea muy compleja que, a día de hoy, se da por imposible. Pero hasta que sus restos desaparezcan y no quede nada por admirar, las expediciones que se dedican a investigarlo y observarlo de seguro que no cesarán: el mundo sigue fascinado con los fantasmas de su pasado.
De hecho, la más reciente de ellas, llevada a cabo por la empresa estadounidense RMS Titanic, Inc. ha tomado una gran cantidad de imágenes que revelan el estado de conservación en que se encuentra el pecio, y ha conseguido también localizar un objeto muy especial.
UNA MISIÓN CON OBJETIVO DOCUMENTAL
Puede que los expertos hayan aceptado que el Titanic está condenado a disiparse en el fondo del mar, pero no sin antes haber hecho todo lo posible por documentar el sitio, preservándolo digitalmente y acercándolo así al público general para que su memoria no se pierda.
Con estos objetivos de conocimiento y recuperación se ha realizado un total de 9 expediciones desde 1987. Para esta última, llevada a cabo en julio de 2024, RMS Titanic, Inc. ha contado con arqueólogos, oceanógrafos, científicos e historiadores que han contribuido a explorar el pecio y el campo de escombros mediante vehículos sumergibles operados remotamente (ROV).
Entre los objetos más deseados se encuentra una estatuilla de bronce de unos 60 centímetros de altura que representa a la diosa romana Diana, asociada a la caza y la naturaleza salvaje. Se trata de una lujosa pieza que presidió el salón de primera clase y que fue bautizada como Diana de Versalles.
Durante el naufragio del Titanic, esta se desprendió de su ubicación interior y salió despedida hacia el campo de escombros, perdiéndose en la oscuridad del Atlántico durante aproximadamente un siglo. Solamente parecía quedar constancia de ella a través de unas fotografías tomadas en 1986, pero se desconocía su localización exacta.
No ha sido hasta la expedición de este 2024 que, gracias a algunas pistas obtenidas a través de expediciones anteriores, se ha podido realizar una búsqueda más específica. Finalmente la estatua ha sido hallada y fotografiada por primera vez en 112 años.
EL DETERIORO DEL TITANIC, FOTOGRAFIADO
Pero las imágenes tomadas el pasado julio todavía nos dejan otra sorpresa: en comparación con las últimas fotografías obtenidas en el año 2010, la puntiaguda proa del buque ha sufrido un deterioro notable, y la distintiva barandilla que conocemos bien gracias a la película de James Cameron, donde sus protagonistas se apoyaron para disfrutar de las vistas durante su corto y único recorrido, ha desaparecido parcialmente mientras que el resto del metal se encuentra muy oxidado.
En concreto, la sección perdida constituye unos 4,5 metros de su longitud total en el lado izquierdo (babor) de la embarcación. La pieza parece haberse desprendido entera y se encuentra en el fondo marino.
Aunque este deterioro es triste, también es inevitable: el aspecto del Titanic no dejará de cambiar mientras pase tiempo sumergido, pero gracias al trabajo de estos expertos podremos observarlo para siempre.
FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC