Mundo, 16 de mar 2025 (ATB Digital) .-Un equipo de investigadores mexicanos ha comprobado cómo el corazón del embrión cambia su pulso dependiendo de la música que escucha su madre.
“La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón”, decía Magdalena Martínez, flautista española, en su entrevista para el periódico mexicano La Prensa. Y no es para menos, la música tiene esa capacidad de transportarnos a otros tiempos y evocar recuerdos, sentimientos y emociones como ninguna otra expresión artística.
Muchas son las personas que asocian una canción a un momento de felicidad o que, de pronto, tararean una melodía sin saber muy bien por qué, contagiándola al resto de personas que se encuentran alrededor.
La música afecta nuestro estado de ánimo, nuestra visión de la realidad, nuestro cerebro y nuestra salud, tanto física como mental. Pero, además de todo ello, según han podido observar un equipo de investigadores de varias universidades de México, la música también podría influir en nuestro desarrollo antes del nacimiento.
Si bien es cierto que, como comentábamos en este artículo, el denominado Efecto Mozart (es decir, que un bebé nazca más inteligente porque la madre haya escuchado a Mozart durante el embarazo) no tiene evidencia científica sólida, eso no quiere decir que no pueda alterar ciertos aspectos del desarrollo de un embrión. Y es que cuando una persona embarazada escucha una pieza musical, las ondas sonoras llegan a sus tímpanos, pero también a los tímpanos del embrión de su interior.
En estos casos, la música que le llega al embrión es similar a la que puedes escuchar al sumergir la cabeza en la bañera. En los tímpanos embrionarios la música llega completamente distorsionada, ya que ha de atravesar tanto la piel como el líquido intrauterino. Es decir, un embrión no llegará a disfrutar en su totalidad los matices de un instrumento, y en un concierto, deberá escuchar las melodías por encima de todos los ruidos que produce el sistema digestivo de la persona que lo está formando.
Directa a dos corazones
A pesar de que el método embrionario se aleja mucho del ideal para disfrutar de la música, investigadores mexicanos han conseguido observar cómo distintas melodías afectan a la frecuencia cardíaca del embrión. Para ello, reclutaron a 36 mujeres embarazadas y les interpretaron un par de piezas clásicas. Concretamente eligieron «El Cisne», del compositor francés Camille Saint-Saëns, y «Arpa de Oro», del compositor mexicano Abundio Martínez.
Como explica Claudia Lerma, autora del estudio, descubrieron que la exposición a la música daba lugar a patrones de frecuencia cardiaca fetal más estables y predecibles. Por tanto, el corazón del embrión latía de una forma más consistente cuando la madre escuchaba música. Este hecho puede dar lugar a cambios durante su desarrollo que pueden quedar grabados para siempre como parte de su ser. De una forma un tanto más poética que científica, parece como si la música modelase parte de la futura persona.
Aunque todavía no están del todo claro el resultado de los estímulos, en el estudio, los investigadores especulan que escuchar música podría estimular el desarrollo del sistema nervioso del feto, pero podría variar en función del tipo de música.
El ritmo al que baila el embrión
Al comparar ‘El Cisne’ con ‘Arpa de Oro’, observaron algunas diferencias importantes. Como afirma Eric Alonso Abarca-Castro, coautor del estudio, los acordes del vals Arpa de oro parecían tener un mayor impacto en algunas mediciones, ya que producía patrones de frecuencia cardíaca más predecibles y regulares. Sin embargo, no está del todo claro por qué se da este cambio, ya que existen un gran número de factores como las características rítmicas, la estructura melódica o la familiaridad cultural que podrían variar la respuesta de la madre y la del embrión.
Sea como fuere, los resultados sugieren que estos cambios en la dinámica de la frecuencia cardiaca fetal se producen instantáneamente y a corto plazo. Por ello, insiste Abarca-Castro, si los padres deciden poner música tranquila durante sus momentos de descanso podrían estar estimulando y potencialmente beneficiando el desarrollo del embrión.
Ahora bien, los autores planean seguir explorando este efecto con distintos tipos de música para comprender exactamente cuáles son las que presentan mayores potenciales beneficios y, así descubrir esta fascinante relación entre música y embriología humana. Para ello, primero quieren aumentar el tamaño de la muestra, es decir, el número de embarazadas que quieran escuchar música y, posteriormente, variar los estilos musicales más allá de la música clásica, ya que los otros estilos están más presentes en la vida de la mayoría de las personas.
Por tanto, efectivamente, la música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón, aunque si tenemos dos (o más) corazones en nuestro interior, también puede llegar a todos ellos.
Fuente: Medios Internacionales