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La fotografía de Juan Murillo: 60 años a luz y sombra

Santa Cruz, 12 de abr 2025 (ATB Digital) .- En un acto que conjuga memoria, arte y filosofía, el reconocido crítico y ensayista boliviano Juan Murillo Dencker inauguró el pasado miércoles su exposición de fotografía «60 años de luz y sombra» en la Galería Vertical del Espacio Patiño en La Paz. La muestra, compuesta por cien fotografías cuidadosamente seleccionadas, es la segunda muestra del autor y revela una faceta profundamente arraigada en su sensibilidad artística.

Crecer con la fotografía

El vínculo de Murillo con la fotografía comenzó tempranamente. «Yo tenía ocho años, ahora tengo 70, y a mis ocho años me tocó hacer la primera comunión, como hacen todos los niños que estudian en un colegio de formación católica. Yo estudiaba con los jesuitas en el Colegio San Calixto«, relata Murillo.

En esa ocasión tan especial, recibió un regalo que cambiaría su percepción del mundo. «Mi padrino de primera comunión me regala una cámara fotográfica Kodak brownie, y yo recibo la cámara, recibo película, y como todo niño empiezo a usar mis juguetes, y empiezo a sacar fotos el día de mi primera comunión», rememora el artista.

Sin embargo, lo que comenzó como un juego infantil adquirió una dimensión existencial más grande apenas unas semanas después. «Un mes después, muere mi padre, y por alguna casualidad, en la cámara grande de la familia, donde se sacaban fotografías con diapositivas o slides, como se llaman, por alguna extraña razón, se velaron», cuenta Murillo.

«Por tanto, las últimas fotos de mi padre en vida, fueron las que yo tomé con mi pequeña cámara, a propósito de mi primera comunión», señala el autor, subrayando cómo este hecho marcaría profundamente su relación con la imagen fotográfica.

El photo-lapsus en Murillo

Con el paso de los años, y tras décadas de capturar imágenes sin hacer de ello una profesión formal, Murillo desarrolló una mirada teórica sobre su práctica fotográfica. Influenciado por su lectura de Roland Barthes, particularmente «La Cámara Lúcida», el autor elaboró un concepto propio que denomina «photo-lapsus».

«Hay una analogía entre lo que es el lapsus linguae y lo que yo he acuñado como un neologismo propio, que es el photo-lapsus», explica Murillo. «O sea, precisamente la mirada te provoca un tropiezo a mirar, te provoca una sensación diferente y dices, ah, estoy frente a una pintura, perdón, es una fotografía. O estoy frente a un carretón y resulta que es un tanque de guerra. O estoy frente a un paisaje del atardecer y pienso que es otra situación», detalla.

Murillo reflexiona sobre el arte de la fotografía

Esta interpretación del fenómeno fotográfico tiene raíces en la experiencia personal del autor con las ideas del teórico francés. Según relata Murillo, durante un encuentro con la biógrafa de Barthes en la Sorbona, ésta le hizo notar la coincidencia extraordinaria. «Ella tuvo una frase que para mí fue una conclusión muy interesante, no solo en lo poético, en lo fotográfico, en lo literario, sino que me dijo ‘tú has leído el libro de Roland Barthes antes de que Roland Barthes lo haya escrito’, porque era exactamente la misma vivencia».

Murillo también rescata el célebre aforismo de Barthes que dice «a veces para ver mejor una fotografía es mejor cerrar los ojos». Una idea que desarrolla al afirmar que «cuando tú miras una imagen, una fotografía, y te toca, te conmueve, como puede ser un poema escrito, te lleva a habitar un espacio, y ese espacio es el que tú quieres disfrutar o sufrir, porque no solamente es felicidad lo que produce cuando te conmueve un poema».

Murillo y una escritura de luz

El título de la exposición, «60 años de luz y sombra», no es casual. Para Murillo, la práctica fotográfica constituye un ejercicio de escritura con luz, en consonancia con la etimología misma de la palabra fotografía.

«Empecé a mirar mis fotografías, y empecé a mirar las que ya había tomado, las que ya había hecho, y las que podía potencialmente tomar, como una propuesta mía de perseguir la poesía frente a una imagen», expresa el autor, sugiriendo una búsqueda constante por capturar algo más allá de lo evidente.

Esta concepción se relaciona directamente con su labor como escritor y crítico. «En la poesía, sobre todo cuando la lees en voz alta, porque yo no escribo poesía, pero en la poesía que leo de los poetas evidentemente me interesa la sonoridad, me interesa la cadencia, el ritmo que puede tener. Le exiges un ritmo y esta lectura va creando de una u otra manera en tu mente una imagen», reflexiona Murillo, estableciendo un vínculo entre la creación literaria y visual.

La fotografía a través del tiempo

La trayectoria fotográfica de Murillo atraviesa los grandes cambios tecnológicos del medio. «Es interesante porque tengo toda la parte de mi etapa analógica, cuando había la película tuve el cuarto oscuro, mi ampliadora y mi reveladora», recuerda.

Este proceso forma parte esencial de su relación con la fotografía. «La fotografía en sus orígenes y procesos de laboratorio ha estado muy cerca del campo de la alquimia, es decir una relación mágica entre el disparo, la película, y los químicos que convertían las sales de plata en imagen».

Sin embargo, el autor también ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. «Después fue crucial el momento que tuve que entrar y aceptar que el mundo se había hecho digital, que también tenía que tener una cámara digital para seguir haciendo lo que me gusta hacer, que es captar instantes y que de alguna manera crean espacios fotográficos que tienen su propia narrativa», comenta.

Una galería en movimiento

La exposición «60 años de luz y sombra» no es solo notable por su contenido, sino también por la forma en que invita al espectador a relacionarse con las imágenes. Al estar dispuesta en la Galería Vertical del Espacio Patiño, las fotografías se distribuyen a lo largo de diferentes niveles conectados por escaleras.

«Esta exposición la estoy haciendo en cuatro pisos alrededor de las escaleras de lo que se denomina la Galería Vertical de la Fundación Patiño por tanto uno va mirando la fotografía, pero como vas cambiando de altura o ganando altura según vas en la dirección de las gradas, tu punto de vista también va cambiando y no es la misma fotografía quizás la que vas viendo cuando te subes o bajas o te acercas a la imagen en el descanso», explica Murillo.

Esta disposición espacial no es arbitraria, sino que refuerza la concepción del autor sobre la mirada fotográfica como algo en constante transformación, donde el punto de vista físico altera la percepción de la imagen.

De lo íntimo a lo público

A pesar de su larga trayectoria capturando imágenes, Murillo confiesa que durante mucho tiempo sus fotografías permanecieron en la intimidad de sus archivos personales. «Durante 60 años todo lo que estaba fotografiando, todo lo que estaba ‘escribiendo con luz’ quedaba en mis archivos. Tenía revelados los rollos, impresas las fotos y cada vez me daba cuenta que tenía más y más fotografías impresas hasta que el año pasado me animé a hacer la primera exposición», precisa.

Previamente, su obra visual había tenido una circulación limitada. «Hice algunas publicaciones en revistas académicas y junto a la poeta española Teresa Domingo Catalá se publicó en España el libro ‘Majar las rosas’ con mis fotografías y su poesía», afirma. Sin embargo, la actual exposición representa una oportunidad para que el público conozca esta faceta del reconocido ensayista.

La muestra, que permanecerá abierta por dos meses en el Espacio Patiño, será inaugurada con la conferencia «Acuñando un neologismo: photo-lapsus», donde Murillo expondrá en detalle esta concepción teórica que vincula su práctica fotográfica con su labor de escritor y crítico.

«60 años de luz y sombra» no es solo una exposición fotográfica, sino un testimonio visual de seis décadas de mirada atenta, donde cada imagen contiene en sí misma una narrativa propia, un tropiezo visual que nos invita a habitar ese espacio donde, como sugiere Barthes y reafirma Murillo, a veces es necesario cerrar los ojos para ver mejor.

Fuente: La Razón

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