Mundo, 24 junio 2025 (ATB Digital).— La historia de la física moderna ha estado marcada por grandes unificaciones: Newton reunió la caída de una manzana y el movimiento de los planetas bajo la misma ley de la gravedad, y Einstein reformuló el espacio y el tiempo en una sola entidad geométrica: el espacio-tiempo.
Ahora, un investigador de la Universidad de Alaska Fairbanks, el profesor asociado Gunther Kletetschka, propone una idea aún más radical: el universo no estaría sustentado en una fusión entre tiempo y espacio, sino que el tiempo sería el único cimiento fundamental, y no con una sola dirección, sino con tres dimensiones temporales independientes.
En esta visión, el espacio, con sus tres conocidas dimensiones, no desaparece, pero ocupa un papel secundario: es solo una consecuencia, una especie de pintura que se adhiere a la verdadera tela del cosmos: un entramado tritemporal. “Estas tres dimensiones del tiempo son el lienzo del universo”, afirma Kletetschka, “el espacio es simplemente el pigmento”.
La teoría rompe frontalmente con el modelo estándar de la física, que ha sostenido por más de un siglo que nuestro universo está compuesto por una única dimensión temporal y tres espaciales. Este marco, introducido por Einstein en su teoría de la relatividad, ha permitido explicar fenómenos desde órbitas planetarias hasta agujeros negros.
Sin embargo, su incapacidad para integrarse de forma coherente con la mecánica cuántica —el reino de lo infinitamente pequeño— ha dejado abierta la necesidad de una “teoría del todo”, capaz de unificar las leyes que gobiernan el cosmos.
Seis dimensiones
Kletetschka propone que su formulación matemática de seis dimensiones en total (tres temporales y tres espaciales) no sólo permite unificar marcos teóricos contradictorios, sino que además reproduce experimentalmente masas conocidas de partículas como electrones, muones y quarks. “Transforma una idea teórica en algo que puede ponerse a prueba en el laboratorio”, asegura el autor.
Este avance retoma una línea de investigación marginal en la física teórica: la posibilidad de que el tiempo tenga más de una dirección. A diferencia de teorías anteriores que solo esbozaban modelos matemáticos, el trabajo de Kletetschka incluye predicciones concretas: la existencia de nuevas partículas, propiedades específicas de neutrinos, e incluso ligeras variaciones en la velocidad de las ondas gravitacionales.
Para imaginar este concepto, pensemos en caminar hacia adelante por un camino —es el tiempo tal como lo experimentamos. Ahora, imagina otro camino, perpendicular, que cruza el primero, pero que ocurre en el mismo instante.
Caminar por ese segundo sendero podría revelar una versión diferente de la realidad, un desenlace alternativo de un mismo momento. Y aún más: podría haber un tercer camino, una dimensión más, que permitiría transitar entre esas bifurcaciones temporales. Estas serían las tres direcciones del tiempo: una para avanzar, otra para alternar posibilidades y una tercera para transitar entre esos futuros potenciales.
El problema de la causalidad
El modelo de Kletetschka también se desmarca de teorías anteriores por resolver un problema clave: la causalidad. En muchos modelos con tiempo múltiple, el orden causa-efecto se torna difuso, pero en este caso se conserva estrictamente: las causas siguen precediendo a sus efectos, aunque la estructura matemática sea más compleja.
Su teoría también se alinea con propuestas de investigadores como Itzhak Bars (USC), quien argumenta que las dimensiones temporales adicionales se manifiestan en condiciones extremas: en el nacimiento del universo o en colisiones de partículas a altísima energía.
Gravedad y cuántica
Uno de los aspectos más fascinantes de esta teoría es su potencial para resolver el mayor dilema de la física contemporánea: la reconciliación entre la gravedad (según la relatividad general) y las interacciones cuánticas. Actualmente, estas dos grandes teorías no pueden coexistir matemáticamente sin romperse. La propuesta tritemporal no solo preserva la coherencia matemática, sino que reproduce con precisión las masas conocidas de partículas fundamentales —y predice nuevas.
La teoría también evita los problemas de las divergencias infinitas en física cuántica, y ofrece una base para una versión finita y coherente de la gravedad cuántica, lo que podría dar lugar a la tan esperada “teoría del todo”.
Fuente: National Geographic España