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Jean Plantureux, es capaz de presentar en un papel, el mundo y sus complejidades con una pincelada de humor

La Paz, 28 sep 2023 (ATB Digital).- El dibujante francés Jean Plantureux, conocido como Plantu, se convirtió en uno de esos mensajeros capaces de presentar en un papel el mundo y sus complejidades con una pincelada de humor, un don raro y a la vez necesario.

En diálogo con Prensa Latina, el laureado dibujante, con una carrera de cinco décadas en el diario Le Monde, abordó particularidades de una profesión que no pocas veces genera polémica. Los caricaturistas son capaces de decir cosas con imágenes que no somos capaces de transmitir con palabras, y luego el humor, que conviene porque permite utilizar subterfugios, expuso.

A su juicio, se trata de combinar elementos que nada tienen que ver entre sí, en una sintaxis capaz de sorprender y de decir sin que resulte humillante o frontal.

La habilidad de mezclar asuntos muy serios con el humor no habría que buscarla más allá de la propia cotidianidad, así lo ve el ganador en 1988 del premio de la Fundación Mumm para la prensa escrita y del Gran Premio del Humor Negro un año después.

Cuando converso con alguien así sucede, una mezcla de seriedad, humor, sentimientos, amor a la política y una gran pasión por la imagen, lo que hace que me convierta en el intérprete gráfico de mis reflexiones, argumentó.

LA POLÉMICA

No siempre la caricatura es bien recibida por las personas a las que hace alusión directa o indirecta, con una frontera a veces frágil entre la libertad de expresión y lo que pudiera interpretarse como un ataque.

Para Plantu, la respuesta está en el diálogo y la interacción, al considerar elementos como las diferencias culturales y siempre partir del criterio de que nada debería impedir que salga “lo que tenemos en el estómago”.

Después de pasar 50 años en un diario al que amo, Le Monde, aprendí a discutir con la supuesta postura de los lectores del periódico, a menudo individuos de izquierda o centro-izquierda, aunque también no pocos de derecha, así que había que llegar a todos, y eso me agradó, ilustró el autor de dibujos famosos como Gordji ante el juez.

Pasando revista a su experiencia, subrayó la capacidad de conversar con todo el mundo con amistad y complicidad, aunque existieron las críticas, lo que calificó de normal para un caricaturista.

Lidié con algunos procesos, pero no llegaron a más, abundó.

El parisino de 72 años de edad consideró que un ingrediente adicional en el debate sobre el dibujo y sus interpretaciones lo aportan las redes sociales.

La irrupción de las redes nos condujo a pensar en los internautas en los que no habíamos pensado antes en nuestros diseños, explicó Plantu, quien escogió la polémica en torno a los “dibujos de Mahoma” en 2005 y 2006 para profundizar en su tesis del impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el arte al que ha dedicado su vida.

No significa dejar de opinar, ahora toca seguir expresándote como antes conociendo que una persona que está a 10 kilómetros de mi casa o a 10 mil puede no comprender mi cultura, dijo.

Por eso estamos acostumbrados a interactuar con diseñadores de todo el mundo que comparten sus experiencias sobre las prohibiciones y tabúes con los que debemos combinar nuestras imágenes, manifestó.

ALGUNAS VIVENCIAS

Al descubrir a Prensa Latina sus primeros pasos en el dibujo, aseveró que de joven nunca imaginó trabajar en un diario tan prestigioso como Le Monde, sobre todo después de dejar los estudios de medicina y de laborar en un puesto de vendedor.

Mientras vendía muebles, en la noche enviaba dibujos al rotativo, en el cual no conocía a ningún periodista, hasta que finalmente pude conocer a uno y publiqué algunos, sin saber que estaba comenzando una carrera como caricaturista, recordó.

En décadas de labor son muchas las vivencias del artista, algunas vinculadas a cuestiones relevantes de la política internacional, como el conflicto palestino-israelí.

A Plantu se le ocurrió pedir en 1991 al líder palestino Yasser Arafat y en 1992 al entonces canciller israelí Shimon Peres que firmaran un dibujo con las banderas de ambos Estados, un documento posteriormente premiado, portador de un símbolo de un posible diálogo de paz entre las partes.

Un año después, Arafat estrechaba la mano del primer ministro Yitzhak Rabin en Washington durante la rúbrica de una declaración de principios que siguió a los acuerdos de Oslo.

También interesante fue el pedido en 2006 del secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, al dibujante francés de crear la red internacional Cartooning for Peace.

El objetivo era tender entre caricaturistas cristianos, judíos y musulmanes puentes de opinión, interreligiosos e interculturales, destacó.

Prensa Latina

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