Rusia, 3 jul 2018 (ATB Digital).- Después de tanto nadar, la versión más épica de Colombia se ahogó en los octavos de final del Mundial. Pese a su derrota en los penales ante Inglaterra, el equipo de José Pekerman demostró carácter: se sobrepuso a las adversidades y se va de Rusia consolidado como un grupo ferozmente competitivo. Cuando supere el guayabo de la eliminación, como se le llama en estas tierras a la resaca, el país encontrará motivos para celebrar a los suyos.
Falcao cumplió su postergado sueño de disputar una Copa del Mundo, pero las molestias musculares le impidieron a James Rodríguez, el alma de esta selección, deslumbrar como hace cuatro años en Brasil. El diez solo pudo jugar un partido completo. El equipo terminó aferrado a los cabezazos salvadores del colosal Yerry Mina, el central goleador que curó sus penas en la selección. En el camino, Pekerman completó con Davinson Sánchez una defensa inexpugnable, y rescató para su causa a Juan Fernando Quintero, otra zurda prodigiosa que complementa al enganche del Bayern de Múnich.
“Nos vamos con ese sinsabor y la desilusión de que podíamos haber clasificado”, dijo Falcao tan pronto se acabó el encuentro del martes en Moscú, optimista sobre la nueva cosecha colombiana. “Los jugadores están creciendo y seguro que Colombia volverá más fuerte”. El nueve es el líder indiscutible, goleador histórico de la tricolor con 30 celebraciones. Aunque a los 32 años se mantiene vigente en el Mónaco, difícilmente llegará en condiciones a Qatar 2022.
El Mundial se antojó cuesta arriba para Colombia desde el arranque. A los tres minutos de su debut contra Japón, Carlos La Roca Sánchez cometió un penal que lo dejó un gol abajo y con un hombre menos. Casi 400 minutos después, el único equipo que se repuso de una derrota en el estreno se marcha con la frente en alto. A partir de aquel revés, Colombia se jugó tres finales. Ganó dos, la brillante goleada 3-0 sobre Polonia y el sufrido triunfo por la mínima ante Senegal en el cierre de la fase de grupos. La tercera, ante Inglaterra, la empató 1-1 en el último suspiro, antes de la moneda al aire de los penales. En esos tres juegos decisivos celebró goles de cabeza de Mina, el gigante de Guachené. El jugador más alto de la plantilla del Barcelona, con su 1,95 de estatura, se convirtió en la fuerza aérea de Colombia.
El punto más alto fue el juego ante Polonia, el único con James a plenitud. En Kazan, Falcao gritó el gol que había tenido atragantado cuatro años, desde que se perdió por lesión el Mundial de Brasil, e incluso se dio el gusto de ganar el duelo simbólico de nueves y capitanes ante Robert Lewandowski. Pero sobre todo, en ese partido la nueva generación, la misma que se batió por 120 minutos ante los ingleses, dio un paso al frente. James (26 años), Quintero (25), Wilmar Barrios (24), Mina (23) y Davinson (22), entre otros, sepultaron la debilidad mental que en el pasado se le ha atribuido a los cafeteros.
Inglaterra, de nuevo el verdugo
Para el juego definitivo, James fue a la grada. Pekerman incluyó a Jefferson Lerma junto a La Roca Sánchez y Barrios, un bloque robusto de volantes de recuperación. La misión de surtir a Falcao quedó encomendada a Quintero y Juan Guillermo Cuadrado. Tras sus tantos ante Japón y Polonia, respectivamente, los dos creativos son los únicos colombianos que han celebrado en dos mundiales distintos.
Frente al equipo de Gareth Southgate, que ha sacado petróleo de los tiros libres y las jugadas de estrategia en este Mundial, los dos imponentes centrales colombianos repelieron el bombardeo de balones al área. La defensa más joven del torneo se desenvolvió con solidez frente al temible Harry Kane, compañero de Davinson en el Tottenham.
Los penales fueron la maldición de Colombia. El partido, tenso y ríspido, de muchos roces, solo se destrabó en el segundo tiempo cuando La Roca Sánchez forcejeó con Kane en el área y el árbitro sancionó pena máxima. Las repeticiones mostraban que el nueve comenzó la refriega, pero en esta ocasión no hubo VAR milagroso que corrigiera la decisión, como ocurrió ante Senegal tras una correcta barrida de Davinson. Desgracia de unos, fortuna de otros. Kane convirtió su tercer penal en Rusia para acumular seis goles, los mismos con los que el ausente James se consagró bota de oro en Brasil.
Pekerman ingresó a Carlos Bacca por Lerma, a Mateus Uribe por La Roca Sánchez y, a falta de cinco minutos, retiró a un extenuado Quintero por Luis Fernando Muriel. Colombia, un equipo que siempre ha interpretado el juego a partir de su diez, fuera James o Quintero, terminó jugando con tres delanteros. En el último suspiro, jugados a empatar o morir y con el portero David Ospina en el área inglesa, Cuadrado levantó el tiro de esquina que Mina, otra vez Mina, martilló contra el piso para perforar el arco de Jordan Pickford.
La alegría fue efímera. En los penales, Ospina le atajó el tercero a Henderson, pero Uribe envió el cuarto de los cafeteros al travesaño y Pickford le desvió el último a Bacca. Veinte años después, Inglaterra vuelve a ser el verdugo de Colombia. Las lágrimas incontenibles de Ospina en el Estadio del Spartak recordaron el llanto de un impotente Faryd Mondragón sobre el césped de Lens apenas terminó el partido frente al equipo de los tres leones que selló la eliminación cafetera en Francia 98. Tras aquella derrota, a Colombia le costó 16 largos años regresar a una Copa del Mundo, la de Brasil, donde alcanzó los cuartos de final. Aunque no pudo repetir esa brillante actuación, aquella larga ausencia hoy luce inconcebible. Los colombianos, a pesar de las inoportunas lesiones de sus estrellas, volvieron para quedarse.