* JAIME ITURRI ES PERIODISTA
Puede que se den nuevos volúmenes o hasta epílogos elaborados después de que la obra está concluida. Sin embargo, la trama parece haber llegado a su fin: el informe independiente de la prestigiosísima Universidad de Salamanca deja en claro que no hubo fraude electoral en octubre de 2019.
Y a partir de ahí, terminan de caerse las ya endebles y muy magulladas certezas del mundo pitita. ¿Si no hubo dolo, entonces se derribó a un gobierno legítimo?, ¿si no hubo fraude, cómo explicar las movilizaciones, las quemas a los tribunales electorales departamentales, la persecución a los masistas, las fuerzas paramilitares que dormían en las puertas de los domicilios de los evistas? ¿si es que no se falsificó la voluntad ciudadana cómo entender la extorsión para que todos los que debían heredar el cargo de presidentes renunciaran hasta que quedara Jeanine, a la que nunca le correspondió ser presidenta, pero que se autoproclamó para regocijo de una parte de Bolivia?
Las preguntas siguen y suman porque si se tiene un poco de decencia intelectual habrá que admitir que ya son muchos los análisis independientes de prestigiosas universidades y medios de comunicación que dicen que no existió fraude. Y no existe ni un solo documento que avale el trabajo de la comisión de la OEA. Ni uno.
Y no creo que nadie sea tan tontito como para pensar que el New York Times, The Washington Post y que el Instituto Tecnológico de Massachusett (una de las 10 mejores casas de estudios superiores del mundo), la Universidad de Harvard o la de Salamanca (primera universidad fundada en España y tercera en Europa) estén dirigidos por masistas.
¿Qué interés tendrían estos espacios tan prestigiosos en inventar algo que no existe. Ninguno. Y al frente Luis Almagro y sus muchachos a los que obligó a adelantar el informe en tres días porque el golpe ya estaba listo. O sea, la cosa está más clara que agua de deshielo.
Hubo una monumental patraña. Fue inventar el relato del fraude para golpear a Evo Morales.
Menos mal la noche quedó atrás. Ahora que se ha establecido la verdad, ya podemos dejar caer el telón. Eso no quiere decir que no haya que juzgar a los responsables de matanzas, del propio golpe y de la corrupción. Claramente no, para que haya reconciliación nacional debe haber justicia. Pero ya podemos dormir sabiendo que esta historia ya se ha develado.
* JAIME ITURRI ES PERIODISTA