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Un baño de realidad, sin señales de mejora

Un baño de realidad

* ERIK LLANOS

Las derrotas ante Uruguay y Argentina no hacen más que confirmar nuestra realidad futbolística. Aunque teníamos una mínima esperanza de obtener un empate en las dos visitas o al menos observar un buen rendimiento, la selección no nos dio ni lo uno ni lo otro.

Uruguay, sin sus referentes Cavani y Suárez, nos ganó con autoridad y con un juego práctico basado en salidas rápidas y pases profundos. Con esa fórmula nos hizo 4 goles y pudieron ser más. La verde careció de ideas, con mucha imprecisión en el traslado del balón. Nuestros 2 goles llegaron por jugadas aisladas perfectamente aprovechadas por Martins, que se sitúa en la cima de  los goleadores y es hasta ahora nuestro único orgullo.

Con Argentina la historia se repitió, con un rendimiento para nada alentador y un Messi que se hizo un festín con la defensa nacional y coronó una actuación magistral anotando 3 goles. El cerrojo defensivo planteado por Farías con una línea de 5 no sirvió y fue fácilmente vulnerado por los atacantes argentinos. La propuesta ofensiva fue casi inexistente.

El resumen de la triple fecha para Bolivia fue negativo con solo un punto de 9 posibles, lo que nos sitúa penúltimos en la clasificación. La actuación boliviana en esta eliminatoria es muy parecida a la de últimas participaciones, pero lo cierto es que se esperaba mucho más por las expectativas que generó César Farías desde su llegada. El venezolano aun no le impone su sello y de entre su grupo de jugadores predilectos, hay varios que no merecen ser convocados.  Haquín y Jusino son algunos de muchos otros que simplemente no dan la talla para lucir la verde. Un buen equipo comienza con la solidez defensiva, pero con esos jugadores no hay garantía de seguridad. Caso particular el de Lampe que debería replantear su futuro y buscar un equipo en el que sea titular.  Su falta de ritmo competitivo se evidenció en estos partidos. Al parecer la selección llegó a un extremo en el que cualquier jugador es convocado solo por destacar en  algún partido o por presión mediática. La selección merece respeto, debe recuperar jerarquía y los jóvenes que quieran vestir la verde deben trabajar, destacar en sus clubes y después de cierto tiempo mostrando regularidad recién ser llamados.

No se si un cambio de director técnico, a esta altura, sería una solución. Lo cierto es que con Farías o con cualquier otro entrenador ya estamos eliminados y el reto es encarar lo que resta de la competición intentando por lo menos hacernos fuertes en nuestra localía y sumar lo más que se pueda.

* ERIK LLANOS ES PERIODISTA

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