Brasil, 16 sep 2021 (ATB Digital).- Hace cuatro años, Brasil dio un giro político copernicano con la victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales. El ultraconservador llegó a la jefatura del Estado del mayor país de América Latina tras la traumática destitución de Dilma Rousseff en un juicio político en el Congreso. El triunfo de Bolsonaro puso fin a una racha de cuatro victorias consecutivas de la izquierda. Los casi tres años que lleva en el Palacio de Planalto han estado repleto de polémicas y marcados por su gestión de la pandemia. El coronavirus ha matado a 600.000 personas en Brasil.
En 2018, Bolsonaro no tuvo que enfrentarse en las urnas al líder indiscutible de la izquierda brasileña, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, que durante las elecciones estaba en la cárcel cumpliendo dos penas por corrupción. Lula pasó encerrado 19 meses hasta que el Tribunal Supremo Federal anuló las condenas por defectos de forma en un proceso que estuvo liderado por el juez Sergio Moro, que posteriormente se convirtió en ministro de Bolsonaro.
Lula siempre defendió su inocencia, asegurando que las condenas fueron parte de una estrategia para evitar su candidatura en 2018. Ahora, a poco más de un año de unas nuevas elecciones presidenciales, el expresidente brasileño ha hablado con Íñigo Alfonso en Las Mañanas de RNE. Promete recorrer el país para hacer frente a Bolsonaro en las urnas, en lo que se antoja va a ser un duelo político de alto voltaje.
Lula da Silva: El problema no es cómo afronto yo los meses que faltan para las elecciones. El problema es que el pueblo brasileño está afrontando la destrucción de Brasil. Es el pueblo el que está sufriendo la situación actual en Brasil. Es el pueblo trabajador el que está desempleado, el que tiene hambre y el que no tiene esperanza. Son millones y millones los brasileños que estaban alegres en 2011, 2012, 2013 y que ahora viven una situación muy difícil, con la incompetencia y con la ausencia de gobernanza en nuestro país. Yo estoy muy tranquilo. Voy a viajar por todo Brasil, voy a conversar con el pueblo brasileño. Lo primero y más necesario es transmitirle esperanza. Y lo segundo, mostrarle al pueblo que ya hicimos posible que este país fuera mejor. Es importante recordarle -Íñigo- que cuando yo era presidente Brasil era la sexta economía del mundo y que ahora es la décimo segunda. O sea, que hemos retrocedido. El pueblo regresó a un pasado tenebroso que habíamos superado y necesitamos recuperar el derecho del pueblo al empleo, a la comida, a la educación y a la felicidad. Y para eso es necesario provocar la autoestima de nuestro pueblo. Llamarle a la esperanza y hacerle creer que realmente le ayudaremos a superar sus problemas.
I: Usted nació en 1945 y ha vivido una vida muy intensa como sindicalista, como político que ha pasado además un tiempo en la cárcel. ¿Por qué quiere volver a ser presidente? ¿Es una cuestión personal contra el sistema que le encarceló Sr Lula da Silva?
L: No. No es un problema personal. Yo creo que ser presidente de una república del tamaño de Brasil, con la población que tiene Brasil y con el potencial de desarrollo y de crecimiento que tiene Brasil, no puede ser una decisión personal. Yo pertenezco al partido politico de izquierdas más importante de América Latina. El mayor partido de Brasil y el partido que tiene más interés en mejorar la vida del pueblo. Para que yo sea candidato, tengo que construir alianzas políticas fuera de mi partido. Porque lo importante no es ganar las elecciones -eso no es lo más difícil. Lo más importante y difícil es reconstruir Brasil después de la destrucción que el neoliberalismo hizo en los últimos años, sobre todo después del golpe que hubo contra la presidenta Dilma Rousseff en 2016. Yo creo que Brasil, en este momento, necesita un partido con las características del PT (Partido de los trabajadores) y con la experiencia acumulada durante mi presidencia.
Cuando yo fui presidente, Brasil vivió el mejor periodo de inclusión social de su historia, el mejor momento de crecimiento de los más pobres. Mientras los Estados Unidos y Europa, después de la crisis de Lehman Brothers, desempleaban a millones, nosotros creamos empleo, millones de empleos formales. Así que durante la crisis de Lehman Brothers, los más pobres progresaban aquí más que los ricos. Así que esta buena experiencia de los gobiernos del PT necesita regresar, gobernar Brasil para que de una vez por todas pueda recuperarse y estar con los países más avanzados del mundo, porque Brasil tiene mucho potencial industrial, científico y tecnológico. Tiene también una naturaleza exuberante. Este país tiene 215 millones de habitantes que necesitan tener un buen gobierno. Por todo eso yo quiero ser candidato, o tengo la disposición para serlo. Aún no lo he decidido. Cuando llegue febrero decidiré si voy o no a ser candidato. Y, si el pueblo de Brasil está de acuerdo, yo estoy dispuesto a ser presidente de la República y seré candidato para ganar las elecciones.
I: Presidente, ¿qué le ha enseñado a usted el tiempo que ha pasado en la cárcel?
L: El tiempo que pasé en la cárcel fue el proceso más injusto que hemos tenido en Brasil. Una farsa jurídica con intereses políticos cuyo objetivo era evitar que yo fuera candidato a la presidencia, porque yo era la persona que tenía más posibilidades de ganar. Entonces me arrestaron, para que yo no fuera candidato.
Pero cuando estuve en la cárcel leí mucho, reflexioné mucho, pensé mucho en mi vida y en la vida del pueblo brasileño. Y aunque yo estuviera sufriendo en la cárcel, yo sufría menos que lo que el pueblo sufría en las calles, porque estaba siendo víctima de la destrucción de todas las conquistas sociales que había obtenido. Por lo tanto, creo que salí de la cárcel más maduro, más consciente, conociendo mejor el alma del pueblo brasileño. Y yo no quiero ser presidente para vengarme, quiere ser presidente para mostrar que mi venganza contra los que me detuvieron es trabajar más por la salud, la educación, que tengamos más salud, más viviendas, más calidad de vida. Mi venganza será probar que el pueblo brasileño puede vivir mucho mejor, que puede trabajar y puede respetarse en sus derechos fundamentales. Esa es mi venganza. Brasil no nació para ser algo pequeño. Es un territorio enorme, tiene unas fronteras terrestres y marítimas increíbles, de más de 8.000 kilómetros. Brasil tiene muchas riquezas minerales. Tiene bosques, selvas y tenemos que rescatar todo esto que la naturaleza nos dio. Entonces yo lo aprendí. Yo soy alguien más sensible después de la cárcel. Soy más humanista de lo que ya fui. Yo, por ejemplo, no quiero transformarme en un algoritmo. No quiero perder la humanidad ni los sentimientos, ni la fraternidad, ni la solidaridad. Y esta es la manera en la que yo salí de la cárcel. Alguien más humano, más maduro y más preparado para ayudar al pueblo a salir de esta.
I: ¿Cree que el Ejército va a ser neutral en todo este proceso?
L: Yo no me preocupo con el rol de las fuerzas armadas. Yo he sido presidente de la República y tuve mucho respeto al Ejército, porque el Ejército está en la Constitución. Yo no mezclo los militares que están en el gobierno de Bolsonaro, los militares que se aprovechan del hecho de tener puestos en el gobierno. Las Fuerzas Armadas brasileñas tienen un histórico de servicio prestado. También tenemos el golpe militar de 1964, pero creo que lo que hay que saber es que las Fuerzas Armadas tienen una función definida en la Constitución. Tienen que cuidar de la soberanía de Brasil, tienen que cuidar de nuestra frontera marítima, de nuestras fronteras terrestres, de nuestro espacio aéreo, de las riquezas de nuestro subsuelo, de nuestros bosques, de nuestra agua. Entonces, tienen un potencial de servicio. También prepararse para defender Brasil contra posibles enemigos externos. Brasil es un país maravilloso, que no tiene contenciosos (el último fue la Guerra de Paraguay) y creo que eso es bueno para Brasil. Somos un país de paz, de un pueblo feliz, de un pueblo alegre. Entonces, necesitamos que las Fuerzas Armadas cumplan su papel, y que el pueblo vea en ellas una especie de garante de su soberanía. Ese es su papel y, por tanto, durante el proceso electoral yo no tengo ninguna preparación con las Fuerzas Armadas.
I: En las últimas semanas, miles de personas han salido a las calles contra la polarización. Hay una parte de la población que piensa que Brasil necesita de un líder con nuevas ideas, que la lucha política no puede ser entre Bolsonaro y Lula da Silva. ¿Qué les dice a esas personas?
L: Mire, la cosa más extraordinaria en la democracia es la polarización. Toda elección en España tiene polarización. También en el fútbol. Usted no puede pensar que no hay cosa más bonita que la polarización entre el Madrid y el Barcelona, o entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid y el Barça. La polarización es inherente a las personas. Todo país que tiene dualidad política tiene polarización. En Brasil solo hay una manera. La gente que tiene un partido político, que quieran ser candidatos, que se presenten, no hay problema que haya 10 candidatos.
En 1989, cuando fui candidato yo disputé la elección contra gente muy importante, contra 12 candidatos, de personalidades históricas, del presidente de la Constituyente, del Gobernador de Sao Paulo, de senadores importantes, del vicepresidente de la república, todos muy importantes. Eran 12 y yo llegué a la segunda vuelta. La gente puede no querer a Lula o a Bolsonaro, pero entonces que se presenten y concurran. Hay que parar con esa tontería de la polarización, porque toda elección tiene polarización. Y usted sabe cómo son las elecciones en España, en Francia, en Alemania o en Estados Unidos, o en el Reino Unido. Donde hay democracia hay polarización, porque siempre se trata de dos personas disputando el cargo. Lo importante es que haya polarización, es importante que la elección sea democrática, que sea limpia, honesta, y que quien pierda acate el resultado. Yo perdí en tres elecciones y acaté el resultado y me preparé durante 12 años para llegar a ser presidente de la República. Entonces, quien gana gobierna y quien pierde se queda llorando y esperando una nueva oportunidad. Así es la democracia.
I: Señor presidente, hemos visto una alianza entre Bolsonaro y Donald Trump. Usted ¿Va a buscar una alianza con Biden?
L: Como le decía antes, Brasil no tienen contenciosos. Yo ya fui presidente y tuve una extraordinaria relación tanto con Bush como con Obama, tanto con Tony Blair como con Felipe González, con Zapatero o con Aznar. Tuve una extraordinaria relación con Angela Merkel, con Sarkozy, con todos los países del mundo, y también con Estados Unidos, que es un país importante para Brasil. Y Brasil es importante para EEUU.
Yo quiero tener importantes relaciones con China, con la India, con Rusia, con Sudáfrica, con el resto de América Latina, con Oriente Medio; o sea, lo que no acepto es que Brasil sea subordinado a los Estados Unidos, pero sí que tengamos una relación productiva, intelectual, comercial, política, científica y tecnológica o cultural, pero que Brasil sea efectivamente soberano en sus relaciones con todos los países. Lo que no aceptamos es ser el jamón del sandwich en la disputa entre los Estados Unidos y China. Nosotros no queremos una nueva Guerra Fría. Lo que queremos son políticas de desarrollo para que los países ricos puedan ayudar a los pobres a desarrollarse. Por eso mantenemos una política saludable y respetuosa con Estados Unidos y con el mundo entero.
I: Con su gestión de la pandemia, Bolsonaro ha perdido mucha de su popularidad. Han muerto 600.0000 personas. ¿Cuál es la principal urgencia del país, económica o sanitaria? ¿Si usted fuese presidente qué sería lo primero que haría en relación con la pandemia?
L: Mire, gracias a Dios la pandemia está disminuyendo en Brasil, como en otros países del mundo. Ya la habríamos superado si hubiésemos hecho las cosas correctamente, pero el presidente no ha hecho lo correcto en el inicio de la pandemia. Él no creía en la pandemia, no creía en el coronavirus, ni en la vacuna. Efectivamente, despreció todas las orientaciones científicas que recibió y que Brasil recibió incluso de la Organización Mundial de la Salud.
Creo que ahora tenemos un problema muy serio porque Brasil llegó a tener un peso industrial del 30% del PIB, y ahora es apenas del 11%. Entonces, necesitamos empezar a recuperar capacidad de inversión pública, para invertir en infraestructuras, para convencer al sector empresarial privado para que inviertan, para lograr la credibilidad que nos permita retener las inversiones directas del exterior. Porque hay dos palabras mágicas que son credibilidad y previsibilidad que un estadista debe lograr para que la economía pueda funcionar bien. Y pienso que nuestros principales problemas ahora en este país son el desempleo y el hambre.
Tenemos millones de brasileños pasando hambre, cuando nosotros habíamos acabado con el hambre en Brasil. La ONU reconoció que habíamos salido del mapa del hambre. Y ahora ha vuelto y de forma importante. Hay mucha gente pasando hambre, desempleada, en la economía informal. Entonces es necesario prácticamente reconstruir el país. Y para eso necesitamos hablar mucho, hay que convencer a los trabajadores, a los empresarios, a los pequeños y a los grandes productores rurales, de que juntos podremos construir un Brasil mejor. Ya lo hicimos en su momento, y es posible volver a hacerlo. Y es eso en lo que estoy, digamos, comprometido. Yo estuve con el Papa Francisco el año pasado para internar convencerle de la necesidad de hacer una campaña de indignación contra las desigualdades sociales en el mundo. No es posible que el mundo sea capaz de producir más alimentos de los que la humanidad necesita, y al mismo tiempo tener casi 900 millones de personas que se van a dormir todas las noches sin tener qué comer. De aquí a poco tendremos una parte de humanidad que no duerme porque tiene hambre, y otra parte que no duerme porque tiene miedo de la mitad que tiene hambre, es decir, el mundo ya produce alimentos para todos, lo que necesitamos saber es que la gente necesita recursos para comprar esos alimentos. Por tanto, voy a tener que hacer un trabajo inmenso para reconstruir nuestro Brasil. Y eso es lo que quiero hacer, eso es lo que sé hacer y eso es lo que la gente necesita que sea hecho. De ahí mi disposición y mi voluntad de viajar por todo Brasil, de hablar con la gente incluso hablar con los gobernantes de toda Europa, hablar con los chinos, con los estadounidenses, para que sepan que Brasil volverá a tener un gobierno serio, para que sepan que Brasil volverá a un gobierno civilizado, que ama la democracia, que practica la democracia y que ver en la democracia la mejor manera de recuperar la ciudadanía del pueblo trabajador de nuestro país.
I: Una última pregunta. La izquierda que usted representa, la izquierda en Iberoamérica, en América Latina, ¿debe desmarcarse de los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba? ¿Qué opina de este contencioso?
L: Mire; primero, yo cuando fui presidente viajé por todos por todos los países de América Latina, de Sudamérica y el Caribe, visité 34 países africanos y siempre pensé que Brasil debería jugar el papel de mostrar que se necesita mucha paz, mucha democracia, mucha solidaridad, mucha transparencia, incluso con decisiones colectivas, para que pudiésemos arreglar la economía de los países más pobres. Bien, yo tuve una relación con Venezuela y tuve una relación extraordinaria con Cuba. Yo no discuto el régimen político de cada país, porque cada país decide lo que es importante para ellos, no es el presidente de otro país quien tiene que decirles cómo resolver los problemas de ese país. Entonces, cómo lo veo yo: creo que el pueblo venezolano debe tener madurez, debe tener la competencia para decidir el destino de Venezuela, no son los gobernantes europeos los que deben colocar a alguien para ser presidente, que no se presentó a las lecciones, como Guaidó. Eso no ayuda a Venezuela.
Yo soy muy optimista sobre las negociaciones que se están desarrollando con el auspicio de Noruega, espero que haya un acuerdo con la oposición que decidió participar en el proceso electoral, y que luego se asuma la responsabilidad de aceptar el resultado. Porque la democracia es eso, la democracia es que usted o pierde. Cuando tú pierdes lloras, cuando ganas, gobiernas. Y en Venezuela es importante que la oposición participe en las elecciones.
Y sobre Cuba digo lo mismo. Soy muy admirador de la revolución cubana, creo que el pueblo cubano es extraordinario, y estoy en contra de cualquier bloqueo, ya sea americano, o español, o brasileño, en relación con Cuba. El pueblo cubano tiene que decidir su destino sin interferencia de ningún presidente de ningún país del mundo. Por eso creo que Brasil debe mantener relaciones con todos los gobernantes, intentando observar siempre un comportamiento democrático, preocuparse de la calidad de vida de las personas y las condiciones de trabajo de las personas, pero sin querer involucrarse en las decisiones políticas; cada pueblo es soberano para tomar sus propias decisiones.
Y vale lo mismo para Nicaragua. El pueblo nicaragüense necesita tomar sus decisiones. Esa gente tuvo el coraje de hacer una revolución para derrocar a Somoza en 1979. Ese mismo pueblo que hizo una revolución necesita saber mantener el proceso democrático y eso es lo que espero prevalezca en Nicaragua, que se ejercite la democracia y gobierne aquel que gane las elecciones.
Fuente: RTVE