ATB RADIO

EN VIVO

ATB Digital
Internacional

Pasaron 30 años del horror de Alcàsser: los cuerpos vejados de tres niñas y un asesino que se convirtió en fantasma

La Paz, 30 ene 2023 (ATB Digital). – Al espanto del hallazgo se sumaron la cobertura inescrupulosa de la telebasura y extrañas hipótesis. La Guardia Civil logró detener a uno de los violadores y asesinos, pero tres décadas después el otro desapareció de la faz de la tierra.

Los habitantes de Alcàsser llevaban contados exactamente 75 días de angustia y desesperación cuando, el 27 de enero de 1993, el horror entró golpeando brutalmente en la vida de ese pequeño pueblo español donde nunca pasaba nada, pero lo que se dice nada.

Nada había pasado durante años –si se descartaban algunos pequeños delitos y una que otra disputa vecinal– hasta que el 13 de noviembre del año anterior tres adolescentes habían desaparecido sin dejar rastros. Setenta y cinco días era mucho tiempo para la duración de una travesura y también para que nadie las encontrara aunque a esa altura se las buscaba por toda España y también en las fronteras

La noche del 13 de noviembre, María Deseada Hernández Folch (Desirée), Miriam García Iborra, las dos de 14 años, y Antonia Gómez Rodríguez (Toñi), de 15 años, no volvieron a sus casas.

Las tres habían conseguido el permiso de sus padres para ir a la discoteca Coolor, en Picassent, un municipio lindante. Era una salida habitual para las chicas, que para encontrar un lugar lindo donde bailar tenían que moverse hasta el otro pueblo.

El 27 de enero las encontraron casi por casualidad y fue devastador, para el pueblo, para la familia y para España.

Esa mañana de un invierno crudo, dos apicultores, hombres de casi 70 años, llegaron agitados al borde del Barranco de Tous, en un paraje montañoso a unos cincuenta kilómetros de Valencia.

El lugar era muy bueno para sus colmenas, pero con los años el ascenso se les hacía cada vez más trabajoso. Cuando hablaban el aliento se condensaba apenas salía de sus bocas.

También se les condensó el aire del grito de horror que se les escapó cuando al llegar al borde de una fosa vieron que, desde el fondo, semienterrado, emergía un brazo con un reloj de hombre en la muñeca.

No pensaron en las chicas desaparecidas. Ni se les ocurrió. Corrieron, como podían y sin pensar, hasta el pueblo para denunciar en la Guardia Civil que habían visto un muerto o, mejor dicho, el brazo de un muerto con un reloj.

Recién horas más tarde, cuando el juez de Alcira, José Miguel Bort, ordenó al equipo forense desenterrar el cuerpo descubrieron que el cuerpo no era de hombre y que allí no había un solo cadáver sino tres, bastante descompuestos y envueltos en una alfombra.

Los cuerpos estaban maniatados y apilados uno encima del otro. Dos de ellos tenían las cabezas separadas del resto del cuerpo.

A pesar del deterioro de los cadáveres y de sus ropas, los forenses no dudaron de que se trataba de las tres chicas a quienes desde hacía dos meses y medio todo el pueblo buscaba desesperadamente.

El espanto se adueñó de Alcàsser y de su gente. También de España: porque ese pueblo de pocos habitantes, donde nunca pasaba nada, quedó a la vista de todos como el macabro escenario de uno de los peores crímenes de la historia reciente del país.

Y entonces la telebasura explotó ese espectáculo del horror hasta llevarlo a superar el límite de la náusea.

Esa misma tarde, mientras los cadáveres de las tres niñas eran trasladados al Instituto Anatómico Forense de Valencia, el rastrillaje policial en la fosa y los terrenos aledaños dio un primer resultado.

Un guardia civil encontró una receta médica a nombre de Enrique Anglés. El nombre de Enrique no les decía nada a los investigadores, pero sí el de su hermano Antonio Anglés, de 27 años, que era bien conocido en el pueblo cercano de Catarroja y tenía antecedentes por robo y tráfico de drogas.

Cuando la Guardia Civil fue a la casa de la familia Anglés, Antonio vio llegar el patrullero y escapó por una ventana. En la casa quedaron Enrique –que descubrieron que era discapacitado mental-, su hermana Kelly, el novio de la chica y Neusa Martins, la madre de los Anglés.

Poco después llegaron otros hermanos de Antonio, Mauricio y Ricardo, acompañados por un amigo, a quien un guardia identificó como Miguel Ricart, alias “El Rubio”, de 23 años, poseedor de un frondoso prontuario y socio de Antonio en el delito.

Todos ellos, menos la madre, debieron ir al cuartel de la Guardia Civil en calidad de testigos a la vez que se libraba una orden de captura por Antonio. Al ser interrogados, todos demostraron tener coartadas sólidas y fueron liberados.

Todos menos Miguel Ricart que empezó a contradecirse frente a los interrogadores.

“El Rubio” terminó confesando poco antes de la medianoche. Dijo que Antonio y él iban en el auto que levantó a las chicas en la segunda estación de servicio y que las habían secuestrado. Que Antonio las había violado y las había matado y que él solamente lo había ayudado, faltaba más.

FUENTE: INFOBAE