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Los cinco puntos de la dignidad


Oleg Yasinsky – Los líderes y altos ejecutivos del ‘mundo civilizado’ no dejan de condenar públicamente a Rusia por la suspensión del acuerdo de granos. Hace pocos días el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, reprobó a Rusia por retirarse del pacto alimentario que permitía a Ucrania exportar granos al mercado internacional por el mar Negro.

“La decisión de Rusia de no prorrogar la Iniciativa de Granos del Mar Negro es inaceptable. La inseguridad alimentaria mundial, creada por la agresión a Ucrania, se agravará, afectando sobre todo a los países más vulnerables. Rusia debe reanudar la iniciativa”, publicó Albares en su cuenta de Twitter.

Recordemos esta historia desde sus inicios:

El 22 de julio de 2022, Rusia, Turquía y la ONU firmaron un acuerdo para desbloquear la exportación de granos y fertilizantes de Ucrania a través del mar Negro. Los representantes del Gobierno ucraniano suscribieron un documento similar con Ankara y representantes de las Naciones Unidas.

Desde entonces el acuerdo fue prorrogado en tres ocasiones, la última el pasado 17 de mayo, por 2 meses. De los puntos referidos a las garantías para Rusia, una vez más, al igual que en la larga y triste historia de los Acuerdos de Minsk, firmados por Rusia y Ucrania y garantizados por Alemania y Francia, no se cumplió ninguna de las condiciones acordadas. Aún más, el corredor de seguridad, creado para la exportación del grano de los puertos de Ucrania por el mar Negro, se usó sistemáticamente para los ataques ucranianos contra Crimea y el envío de armas para el Ejército ucraniano.

Por eso Rusia formuló cinco requisitos para extender el pacto alimentario más allá del 17 de julio de este año:

La reconexión de su principal banco agrícola, Rosselkhozbank, al sistema SWIFT.
La reanudación de los suministros de maquinaria agrícola, repuestos y mantenimiento.
El levantamiento de la prohibición del acceso de los barcos rusos a los puertos.
La reactivación del conducto de amoníaco Togliatti-Odesa, que a principios de junio fue dañado por una serie de explosiones en el territorio ucraniano, como siempre obra de la ‘mano invisible’, igual que en el caso del Nord Stream.
El desbloqueo de los activos y cuentas extranjeras de las empresas rusas relacionadas con la producción y transporte de alimentos y fertilizantes.
Frente a los nulos avances en esta materia, el Kremlin anunció que Rusia suspendía su participación en el acuerdo, pero que aún está dispuesta a retomarlo en cuanto se cumplan sus condiciones.

Esta situación nos hace retroceder en el tiempo y el espacio hasta otro conflicto mundial, que como hoy amenazó con hacer estallar el planeta: la Crisis del Caribe de octubre de 1962. Por primera vez, a miles de kilómetros de Europa, en el frágil y estrecho puente del mar que une y divide a Cuba con Estados Unidos, crecía una tensión que estuvo a punto de desatar una guerra nuclear.

Cuando EE.UU. estaba por invadir Cuba, el gobierno de Fidel Castro, en su legítima defensa de la Revolución, acordó con la URSS la instalación en la isla de misiles soviéticos. Para solucionar la crisis, el gobierno revolucionario exigió el cumplimiento de varios puntos que garantizarían la soberanía del pueblo cubano.

Curiosamente también fueron cinco:

Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica de Estados Unidos contra nuestro país.
Cese de todas las actividades subversivas.
Cese de los ataques piratas.
Cese de las violaciones de nuestro espacio aéreo.
Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
Aquellos tiempos quedaron marcados por la famosa canción del gran cantautor cubano Carlos Puebla:

“…Cinco puntos, cinco son
Ni uno menos, ni uno más
Si quieren me los aceptan
Y si no CHIRRÍN CHIRRÁN”

Los cinco puntos cubanos de entonces fueron ignorados por los mismos que hoy le niegan el derecho a Rusia y a otros países de ser naciones independientes de su tutoría planetaria. Pero quedaron como estandarte de la dignidad del pueblo que les supo decir ‘No’. Es innegable que muchos aprendieron este ‘No’ de la Rusia soviética y de Cuba y supieron traducirlo a sus cientos de idiomas en nuestro mundo.

El reloj de la historia sigue marcando su tiempo y uniendo nuestros mundos y memorias, que el poder quiere dividir para mantener a flote el crimen que nos gobierna, conocido como ‘neoliberalismo’. Ya sabemos que la historia no es lineal, que todas las comparaciones en ella son muy relativas y nos dejan más preguntas que respuestas. Pero en estos días vi en las olas del mar Negro los lejanos colores del Caribe.


Oleg Yasinsky

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