Internacional, 21 de mar 2024 (ATB Digital).- Lamentablemente, las estafas de amor en Internet están a la orden del día, jugando con los sentimientos de las víctimas a través de la suplantación de identidad para ganar confianza y luego despojarlas de sus recursos económicos.
La estafa. La última en caer en una estafa sentimental ha sido Sandy Somarriba, una mujer de 73 años de Nicaragua que habló durante meses con un hombre que se hacía pasar por el cantante Luis Miguel y pensó que se casaría con él al llegar a España.
El principio de la historia. Su historia empezó hace casi un año en Facebook, donde un impostor se hizo pasar por el famoso cantante Luis Miguel, ofreciéndole la oportunidad de comunicarse directamente con él si compraba una “tarjeta de fan” por 500 dólares.
Petición de dinero. Movida por su admiración hacia el artista, Somarriba accedió a pagar el dinero que le pedía y comenzó un intercambio de mensajes que pronto escaló a declaraciones de afecto y promesas de un futuro juntos. Con el tiempo, el estafador comenzó a solicitar dinero bajo diversos pretextos: desde la necesidad de pagar servicios de internet, hasta el desbloqueo de supuestas cajas con grandes sumas de dinero destinadas para ellos.
Envío de grandes sumas de dinero. Somarriba, creyendo en las palabras y promesas de quien pensaba que era Luis Miguel, se encontró enviando grandes sumas de dinero, sumergiéndose cada vez más en la ilusión de un amor que, a su pesar, nunca fue real.
Llegada a España. El punto culminante de esta dolorosa experiencia ocurrió cuando Somarriba, movida por la promesa de casarse con el cantante, viajó a España. A su llegada, el falso Luis Miguel no apareció y se quedó sola enfrentándose a la cruda realidad de su situación. La policía y los servicios sociales se involucraron brevemente antes de que un amigo la ayudara a comprar un billete de avión de vuelta.
Desgaste emocional. A pesar de la desilusión y el daño financiero, lo que más lamenta Somarriba es el desgaste emocional y el amor perdido. Aunque ha intentado seguir adelante, mantiene una línea de comunicación abierta con el estafador, con la esperanza de algún día desenmascarar completamente su verdadera identidad y quizás, encontrar algún cierre a este doloroso capítulo de su vida.
Fuente: La Vanguardia