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Empresas de electricidad se ven amenazadas por conglomerados tecnológicos

Empresas de electricidad se ven amenazadas por conglomerados tecnológicos

Mundo, 02 de abr 2024 (ATB Digital).- Si John D. Rockefeller viviera, ya hubiera instalado un Google Nest –el innovador termostato inteligente– en su casa; el magnate del petróleo hubiera abrazado con entusiasmo esa oportunidad para reducir su factura eléctrica.

Las empresas eléctricas tradicionales, desde ExxonMobil (descendiente directa de Standard Oil Company de Rockefeller) hasta las proveedoras locales de electricidad, adoptan los avances de las grandes tecnológicas con una combinación de esperanza y temor. ¿Serán Google, Amazon y Meta las que jubilen a los encargados de controlar los medidores de electricidad y a sus jefes? Y si lo logran, ¿quiénes saldrán beneficiados?

Las grandes tecnológicas ya han demostrado su propensión a trastocar las cosas: hace apenas 25 años, un «gúgol» –inspiración al nombre del motor de búsqueda– era un número increíblemente grande, una nube era un manchón blanco en el cielo y 5G, una fila del estacionamiento. Las tecnológicas revolucionaron tanto a los sectores mayoristas como minoristas.

Pensemos en las farmacias, que dependían de que sus clientes esperasen pacientemente a que les recetaran medicamentos y hacían fila para recibirlos. Ahora hay empresas como Hims y Hers que envían de un día para otro, y de manera confidencial, medicamentos para calmar la ansiedad, hacer crecer el cabello o pensar en ir a la cama para no dormir. One Medical, de Amazon, ofrece atención virtual las 24 horas y citas médicas en el día o al día siguiente (una proeza, el tiempo promedio de espera para ver a un médico en Estados Unidos es de más de tres semanas). No sorprende entonces que los márgenes de beneficio de las farmacias tradicionales hayan caído, lo que llevó a Rite-Aid a la quiebra.

El mundo también necesita energía más eficiente y confiable; demasiada gente queda a oscuras con excesiva frecuencia y por demasiado tiempo. Incluso en países desarrollados como EU, la duración de los apagones se duplicó entre 2013 y 2021: pasó de 3.5 horas a más de 7, y su frecuencia aumentó casi 20%. No sorprende que el fulgor de las empresas eléctricas locales haya perdido intensidad a ojos de los estadunidenses. El 71% afirma que cambiaría de proveedor y las demás empresas se quejan de que los apagones les cuestan 150 mil millones de dólares cada año.

En EU los políticos locales y estatales, junto con los reguladores, fijan sus precios y beneficios mientras demoran las mejoras de capital. El Departamento de Energía demora unos cinco años para evaluar los nuevos proyectos, lo que implica que haya una capacidad en espera de 2000 gigavatios al año. Las empresas tecnológicas con rápido crecimiento y valuadas en millones de millones de dólares no pueden darse el lujo de quedarse sin luz, por lo que están tomando cartas en el asunto.

La cartera de energías limpias de Amazon –proyectos de energía solar y eólica en más de 20 estados de EU y 27 países– puede brindar electricidad a 7.2 millones de hogares estadunidenses al año. En el campo geotérmico de Blue Mountain, en Nevada, Google trabaja con Fervo –energías limpias– para producir la electricidad que requieren los centros de datos aprovechando el calor atrapado bajo las rocas del periodo jurásico.

A diferencia de las empresas públicas que arrastran plantas generadoras antiguas que deberán desmantelar, las tecnológicas pueden empezar de cero. En la región central de EU las plantas con turbinas a combustible tienen una antigüedad promedio de casi 70 años. Aunque las tecnológicas actuaron por puro interés para crear nuevas fuentes de electricidad, están apuntando a los consumidores residenciales. Los gigantes tecnológicos son bienvenidos en los hogares: Amazon pasó de entregar cajas de libros a responder preguntas con Alexa y registrar la actividad de los timbres de las puertas con cámaras Ring.

Google combinó Nest Renew –un servicio que permite a los usuarios optimizar el consumo eléctrico– con las operaciones de software de OhmConnect para alinear el consumo energético de los hogares en todo el país. La empresa, Renew Home, le pagará a la gente por bajar los termostatos y apagar las luces durante las horas pico (e incluso, cuando se la combine con pronósticos meteorológicos que usen inteligencia artificial, antes de que se desaten tormentas eléctricas).

Los ejecutivos de las empresas públicas eléctricas deberían responder a estos audaces magos de la tecnología  volviendo a mirar la segunda parte de El padrino y prestando atención al consejo del jefe de la mafia Michael Corleone: “Mantén cerca a tus amigos… y a tus enemigos, aún más”.

Las empresas de servicios públicos deberían trabajar con los gigantes tecnológicos para mejorar su eficiencia. Southern Company anunció un acuerdo con SmartThings, de Samsung, para crear un laboratorio de innovación orientado a fomentar la comunicación entre los controles remotos de garajes, lavavajillas y refrigeradores inteligentes para ahorrar electricidad. En San Diego, Sempra se asoció con Fermata Energy para que los vehículos eléctricos puedan vender la electricidad de sus baterías a la red en momentos de demanda máxima.

Desde Rockefeller y Thomas Edison, las empresas de servicios públicos siempre han sido el amigo confiable de los inversores, el cliché favorito de las viudas en pos de dividendos, y de otros inversores aversos al riesgo. Más allá del cambio climático, el sector se está caldeando… y con la entrada de los gigantes tecnológicos, hay chispas en el aire.

Fuente: Excelsior

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