Mundo, 06 ene 2025 (ATB Digital).- Cuando hablamos del incienso, puede que lo primero que se te venga a la mente sea su aroma peculiar o su capacidad para transformar cualquier espacio en un ambiente cálido y espiritual. Puede que incluso lo utilices en tu casa para meditar o proporcionar buen olor. Y no es raro: durante siglos, el incienso ha sido un elemento clave en decoración y una herramienta para conectar con la tranquilidad, por no hablar de su papel en las ceremonias religiosas –es uno de los tres regalos atribuidos a los Reyes Magos–. Pero, ¿qué es realmente el incienso? ¿Es tan inofensivo como parece?
El incienso es un producto elaborado a partir de materiales aromáticos naturales como resinas, maderas, hierbas y aceites esenciales. Al quemarse, libera un humo muy oloroso que puede ser tanto relajante como evocador y que, normalmente, se presenta en distintas formas: barritas, conos, polvo suelto e incluso espirales. Sin embargo, detrás de ese humo hay algo más: una mezcla de compuestos químicos que, si se inhalan de manera constante, pueden tener consecuencias negativas para la salud.
UN HUMO DE COMPUESTOS CANCERÍGENOS
Uno de los estudios más relevantes sobre este tema fue publicado en la revista Journal of Inflammation Research. En esta investigación, los científicos analizaron los compuestos presentes en el humo del incienso y descubrieron que contiene una mezcla de sustancias potencialmente peligrosas, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), el formaldehído y partículas ultrafinas.
Los HAP, por ejemplo, son compuestos cancerígenos también presentes en el humo del tabaco. Este estudio reveló que estas partículas ultrafinas pueden penetrar profundamente en los pulmones, desencadenando inflamaciones que, a largo plazo, podrían dar lugar a enfermedades respiratorias crónicas. Además, el humo del incienso puede acumularse en espacios cerrados, aumentando así la exposición a estas sustancias nocivas.
Este informe también advierte que el uso frecuente de incienso podría estar relacionado con un mayor riesgo de cáncer de pulmón y otras afecciones graves. Aunque cabe resaltar que los investigadores subrayan que se necesitan más estudios para confirmar estas relaciones, sus hallazgos son un llamado de atención para quienes usan incienso regularmente en espacios cerrados.
CASI TAN PERJUDICIAL COMO EL HUMO DEL TABACO
Otra fuente clave proviene de la Academia Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI), que se ha enfocado en los efectos del humo del incienso sobre personas con asma y alergias. Según su informe, el humo puede irritar las vías respiratorias, desencadenar ataques de asma y empeorar los síntomas alérgicos.
Tira de incienso con forma de espiral.
Lo más preocupante es que, de acuerdo con la ACAAI, el nivel de contaminantes liberados por el incienso puede ser comparable, o incluso superior, al generado por el humo del tabaco. Esto convierte al incienso en un factor de riesgo importante, sobre todo para personas vulnerables como niños, ancianos y aquellos con problemas respiratorios preexistentes. De hecho, incluso quienes no padecen afecciones respiratorias podrían llegar a experimentar molestias o daños a largo plazo si están expuestos con frecuencia a este tipo de sustancia.
¿CUÁNDO DECIR QUE SÍ AL INCIENSO?
Cabe resaltar que estas consecuencias solo están relacionadas con el uso periódico de incienso en lugares cerrados. Cuando el incienso se quema de manera ocasional y en espacios bien ventilados, los riesgos disminuyen considerablemente. Sin embargo, el uso habitual y en entornos poco ventilados puede hacer que las partículas nocivas del humo permanezcan en el aire durante horas, afectando no solo a quien lo enciende, sino a todos los habitantes del hogar. Este riesgo resulta aún más preocupante en familias con niños pequeños, personas mayores o individuos con problemas respiratorios, ya que son especialmente sensibles a los posibles efectos negativos del humo.
Aunque estas conclusiones siguen en proceso de estudio, los indicios ya conocidos son suficientes para que empecemos a ser más respetuosos sobre el uso que hacemos del incienso. Incorporar medidas sencillas, como ventilar adecuadamente los espacios después de usarlo, optar por alternativas menos contaminantes o reducir la frecuencia de uso, puede marcar una gran diferencia. De esta forma, pequeños cambios en nuestros hábitos pueden generar un impacto positivo significativo a largo plazo, garantizando un entorno más seguro para todos.
FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES